Un golpe para medir los beneficios

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Edición Impresa 10 de julio de 2020 Diario Sumario

Desde hace al menos dos décadas, Alta Gracia ha buscado potenciar su papel de ciudad turística. En ese sentido, se realizaron diferentes acciones destinadas a destacar distintas aristas de la zona que podrían atraer visitantes: la cercanía con las sierras y el río Anisacate; el componente histórico y colonial; actividades para realizar en la localidad y sus alrededores y festivales específicos en distintas épocas del año fueron las principales estrategias.

En algunos casos, se trató de acciones concretas, planificadas y pensadas para revalorizar algunos aspectos de Alta Gracia, como fue la inclusión de la ciudad en la lista de sitios que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El impulso que generó esa declaración en el Museo de la Estancia Jesuítica y Casa del Virrey Liniers le otorgó una impronta cultural e internacional al turismo que se esperaba que visitara la ciudad.

Al año siguiente, se inauguró el Museo Casa de Ernesto Che Guevara. Otra acción planificada. Sin embargo, la casa de Villa Nydia nunca había tenido tanto protagonismo ni un caudal de visitantes tan grande como a partir de 2006, cuando Fidel Castro y Hugo Chávez, luego de una visita a Córdoba,  decidieron conocer la casa en la que el “Che” había pasado gran parte de su infancia. Aquel hecho fortuito inauguró un nuevo capítulo.

En 2004, se realizó la primera Semana del Che en junio, coincidiendo con el aniversario de nacimiento de Ernesto Guevara de la Serna. La actividad, a lo largo de los años, se convirtió en una tradición que congregó a familiares y amigos del “Che” que relataron historias junto al mítico guerrillero; contó con la presencia de personalidades destacadas como Harry Villegas alias Pombo o María Kodama y fue escenario de momentos emotivos como cuando se colocaron parte de las cenizas de Alberto Granado en un cofre en la casa de calle Avellaneda.

A 900 metros de distancia de Villa Nydia, se erige el chalet Los Espinillos, ubicado en la esquina de Carlos Pellegrini y Manuel de Falla. Allí vivió el compositor de “El amor brujo” entre finales de 1942 y el día de su muerte, 14 de noviembre de 1946. También el músico español tiene su propia fecha de conmemoración y en Alta Gracia, noviembre es el Mes Falla y se realizan actividades y conciertos en homenaje a su existencia.

En 2014, se realizó por primera vez el Festival de Jazz de Invierno. La propuesta reunió a lo largo de sus cinco ediciones a músicos de la talla de Luis Salinas, Javier Malosetti, Gillespi o Ibrahim Ferrer Junior.

Las propuestas culturales sumadas al tradicional Encuentro Anual de Colectividades y a festivales más recientes como son Mionca y Peperina, conformaron un calendario con actividades y celebraciones durante casi todos los meses.

“Alta Gracia, tierra de festivales” fue la consigna utilizada por la Municipalidad a fines de 2018 para promocionar las diferentes actividades y propuestas turísticas que tiene la ciudad a lo largo de toda la vuelta al sol. Publicidades en rutas e ingresos a la localidad invitaban a visitarla prácticamente todo el año, con alguna excusa en cada oportunidad: Mionca en enero; Colectividades en febrero; Peperina en Semana Santa; Semana del Che en junio; Festival de Jazz en julio; Mes de Falla en noviembre…

Sin embargo, el 2020 se caracterizó por la pandemia del coronavirus covid-19 q               ue obligó al mundo entero a cambiar los planes. Con un promedio de ocupación de tres noches, un 85 por ciento de las plazas ocupadas y en algunos casos ese número ascendía hasta el 100 por ciento, la temporada turística comenzó en enero con excelentes cifras para Alta Gracia. El cuidado en el consumo preocupaba a algunos comerciantes locales, pero el movimiento en las calles y en las cajas de comercios específicos del rubro turístico se podía vislumbrar.

A partir del 16 de marzo, quienes se dedican a trabajar en turismo, vieron las primeras alertas. Suspensión de clases, espectáculos públicos, restricción en bares, restaurantes y hoteles. El Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio se decretó a partir del viernes 20 de marzo, cuando comenzaba un fin de semana de cuatro días. Semana Santa quedó también dentro de esa medida de prevención contra el covid-19 y el Festival Peperina no tuvo una nueva edición en 2020.

Pero no fue solamente la suspensión del festival gastronómico la que tuvo que enfrentar Alta Gracia. En junio, la semana del Che quedó deslucida en la virtualidad y las vacaciones de julio llegarán sin que muchos se den cuenta.

La falta de los festivales implica también un marcado descenso en la cantidad de visitantes en la ciudad. Con el turismo totalmente paralizado, en las calles y comercios de la ciudad solamente circulan los vecinos que en muchas ocasiones cuidan el bolsillo y solamente se limitan a consumir aquello que es realmente necesario. Para comparar, en la Semana Santa de 2019, alrededor de 100.000 personas pasaron por el festival Peperina y los museos locales recibieron a más de  2.500 turistas.

Otro festival que congregaba a numerosos visitantes y que en 2019 se realizó en dos oportunidades fue Mionca, que el último año se llevó a cabo en enero y en septiembre. Este 2020, se realizó la edición de enero, pero es poco probable que para septiembre se habiliten los espectáculos públicos.

Sin embargo, el impacto del turismo en la economía de la ciudad no es tanto por cantidad de personas que la recorran sino por el consumo que generen y las posibilidades de mover la rueda del desarrollo regional que brinden. Tomando por caso el festival Peperina, es importante destacar que  la ocupación hotelera en Alta Gracia alcanzaba entre el 90 y 100 por ciento en Semana Santa antes de 2015, cuando comenzó a realizarse el festival. Además, hay que tener en cuenta que el festival podría invitar a ingresar desde la Autovía Atilio López o la ruta C45 al predio en el que se realiza, dar una vuelta, degustar algún manjar, asistir a una clase de cocina y continuar el recorrido rumbo a otros sectores de las sierras cordobesas. Para muestra, basta la gran diferencia entre los 100.000 visitantes que pasaron por el predio y los 2.500 que ingresaron a algún museo en 2019.

El dolor del golpe que produzca en Alta Gracia la paralización de los festivales debido a la pandemia será también una muestra de las ganancias y beneficios que implica para los diferentes sectores económicos la realización de cada una de las propuestas.

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