Volver a la Escuela: una necesidad. (Carta de un padre: del entusiasmo al desencanto)

Opinión

Opinión 10 de noviembre de 2020 Diario Sumario

(Contrahegemoníaweb) La semana pasada recibí – en mi carácter de padre de una niña en salita de jardín de 5 años – una comunicación formal del Jefe de Gobierno de la CABA anunciándome el regreso a clases de “revinculación”. Advertía que no sería la vuelta a la normalidad. Bien.

Esta semana las autoridades del Jardín público nos convocaron a un zoom para informarnos acerca de protocolos, realidad institucional y modalidad.

Era y es importante escuchar a les directives y leer el protocolo para saber de qué estamos hablando cuando decimos volver a la escuela, más allá del efecto político que genera la noticia. Escuché, me sorprendí y finalmente me indigné. 

El protocolo por los Ministerios de Educación y Salud del Gobierno de CABA establece que:

  • Es optativo para las familias enviar o no a sus chiques. La matriz de hacer recaer sobre el individuo la decisión y no sobre el estado es ideológica pero también política: el Estado de CABA se desresponsabiliza de lo que pueda ocurrir en la Escuela y queda la responsabilidad únicamente en manos de les directives del jardín en una situación “extraordinaria”. Uno supondría – por sentido común – que enviarían equipos para acompañar un proceso totalmente novedoso como es una escuela funcionando con protocolo de pandemia. Niente.  
  • La “vuelta” consistiría – nos informan – en tres encuentros a desarrollar de aquí a fin de año de 1 hora y 30 minutos cada uno, en burbujas de 8 estudiantes y dos docentes con distanciamiento social y uso de tapaboca. Dada esa distribución es posible que les chiques no estén con su maestre con la que tuvieron contacto desde el inicio del año de manera virtual,  porque son grupos más pequeños. Es decir, le maestre debe establecer el vínculo socio afectivo que posibilite el vínculo o por lo menos emitir la orientación con cierta efectividad conociéndolos y viéndolos cada quince días ese rato. Difícil. Cualquiera que haya transitado por una escuela sabe que eso directamente no es probable: menos con chiques de 5 años.     
  • La maestre no puede estar en contacto físico con les chiques ni entre elles. La particularidad es entonces que les niñes pueden jugar entre sí “a distancia”, pero no compartir juguetes ni otros materiales, tampoco pueden llevar su mochila, ni sus  propios juguetes… solo su delantal. Tampoco pueden ingerir nada, ni llevar su propia agua.  Deben saber colocarse el tapaboca, atarse los cordones y ponerse o sacarse un pullover en caso de que refresque o tengan calor. Todo solites: ni la maestre ni nadie los podría ayudar.… Tampoco pueden recurrir al adulto ante un accidente: si se caen y se raspan o sangran deben arreglárselas solites. Hablamos de salita de 5 años…insisto. Es decir la escuela no puede asumir siquiera una función de cuidado mínimo. Al contrario, en caso de accidente deberá abandonar al niñe hasta que llegue la familia. Tengamos en cuenta que hablamos de situaciones que requieren aún de la presencia y la acción del mundo adulto.
  • Sí se exige una puntualidad absoluta de ingreso y egreso de les chiques porque el personal de la Escuela debe, en el interregno, limpiar los espacios de manera intensiva. 
  • El protocolo establece asimismo que el espacio en donde se debe desarrollar el “reencuentro” debe tener una superficie suficiente como para que ingresen 10 personas y puedan siempre mantener los 2 metros de distancia entre sí y contar con un sistema de aireación que posibilite la circulación permanente…

Me resulta evidente que cualquier familia puede observar – sin siquiera haber hojeado a Piaget – que por el nivel madurativo y socio afectivo así como por la dinámica de socialización de chiques de 5 años estamos ante un dislate, propio de quienes diseñan desde un escritorio y toman resoluciones sobre cosas que ignoran en la realidad.

Se observa rápidamente que no trabajaron en la elaboración del “regreso a la escuela” ni supervisores, ni directives, ni maestres. Es decir quienes conocen en el día a día cómo funcionan los jardines. Los que saben no fueron ni consultados. Estoy seguro que un maestre con 5 años de experiencia hubiese señalado sin equivocarse que esas disposiciones solo someten más a las familias, les chiques y les maestres. 

Pero no termina allí el dislate. Sumo ahora la propia realidad de la institución  a la que concurre mi hija. El jardín al que refiero cuenta con suficiente personal auxiliar para limpieza: 4 integrantes. Sin embargo, 1 está en tareas pasivas, y dos por enfermedades previas no pueden ni deben concurrir. Ergo la higiene del establecimiento queda a cargo de un solo auxiliar de limpieza. ¿Mandaron reemplazantes? No. Y eso que se supone que el Jefe de Gobierno está enterado que estamos atravesando una pandemia.

La cereza del postre es la infraestructura escolar: la realidad que describo transcurre en mi barrio, Boedo. Conozco solo tres jardines de infantes: los tres son casas viejas “adaptadas” a forma Escuela.

Dada la solicitud del protocolo respecto a distancia y aireación, las autoridades del Jardín – que dicho sea de paso funciona muy bien – tuvieron el tino de convocar a un arquitecto escolar para que determine cuál el lugar que contenía las características espaciales requeridas en el protocolo. Fue categórico, ninguna aula cuenta con esos requerimientos, así como tampoco el patio cubierto. Solamente podría utilizarse la terraza. En esta época del año la misma no se puede utilizar por el calor, recordaron todes les maestres. Ergo…

Destaco: el relevamiento previo que debió realizar el gobierno de CABA acerca de si las instituciones cuentan con personal de limpieza suficiente, y  la consulta con arquitectura escolar para decidir si se podía realizar la actividad acorde al protocolo, brilló por su ausencia. Pequeño detalle el que este jardín no tenga personal para garantizar la higiene del lugar ni espacio en donde desarrollar la actividad.

 La mera descripción del relato muestra lo obvio: ¿realmente importa volver a la escuela o importa publicitar que se vuelve? ¿Importa el reencuentro de les chiques o hacer de cuenta que se están ocupando de que regresan les chiques? ¿Importa que les niñes recuperen sus afectos y sus vínculos o solo anunciarlo?

Recibir la noticia y ver la realidad me llevó de la ilusión al desencanto. Y al repensar el accionar del gobierno, a la indignación.

Se habla mucho de la necesidad de construir consensos y todes se manifestaron en un sentido congruente: la escuela es un derecho, una necesidad y debe estar garantizada tanto su función propiamente educativa como la de cuidado. La Escuela – dijeron con razón todes les gremios – no puede ser virtual ni es la casa. Directives, familias, organizaciones de la sociedad civil, y gobernantes parece estar de acuerdo en este – como se decía antes – “programa”.

Les docentes, familias y chiques asumieron el reto con mayor o menor eficacia. Sin embargo, hasta el momento NUNCA fuimos convocados a conformar un equipo de trabajo común entre familias, docentes (maestres, directivos supervisores), sanitaristas, arquitectos, miembros de organizaciones representativas de la sociedad civil y del estado para pensar qué se debía hacer para garantizar el ejercicio de ese derecho en cada escuela, en cada barrio.

¿Uds no consideran que a une maestre se les hubiese “ocurrido” que si lo posibles serán grupos pequeños se debería comenzar a conformar parejas pedagógicas entre la docente de les chique y otra que se haría cargo de otro grupo, como “transición” para que al volver ya se conozcan? ¿Uds no consideran que un arquitecto escolar se hubiese dado cuenta de las reformas edilicias que debían hacerse en tal o cual aula para que quede en condiciones de funcionamiento acorde al protocolo? ¿Uds no consideran que la energía y creatividad puesta por les principales interesades no hubiese encontrado caminos para ese regreso inmediato apenas las condiciones sanitarias y de infraestructura lo permitan? ¿Uds no consideran que la experiencia de las familias con sus hijes hubiese aportado para ver la forma de relación real que tenían les chiques en los parques y plazas habilitados? Uds no consideran que les maestres,  directives, organizaciones de la sociedad civil no  hubiesen propuesto dedicar lo que queda del año a reacondicionar las escuelas en el plano pedagógico, sanitario y edilicio para el 2021, ya que es casi seguro que tendremos una primera mitad del año con un formato semipresencial? Es claro que eso requiere de mucha inversión y parece que no están dispuestos a hacer en la Escuela.

En definitiva, ¿Uds no consideran que si en lugar de bajar directivas emanadas desde un escritorio con método de “ordeno y mando” y en el que la desde el cual la mayoría de las veces tienen poco contacto con la realidad se hubiese convocado a prácticas horizontales y democráticas de análisis de los problemas se hubiese podido arribar a la elaboración de soluciones posibles para las necesidades reales?

Está visto en este ejemplo que la democracia delegativa en la cual “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes” es inhábil para la magnitud de los problemas que tenemos. Incluso inútil.  Tal vez sea hora de pensar en democracias reales, participativas en donde el poder en la toma de decisiones esté abajo y no arriba.  

Las familias ya invertimos mucho tiempo tratando de acompañar de manera artesanal y sin preparación a nuestres hijes. Por eso, – en lo personal – me hubiese gustado vivir en una democracia en la cual en esos verdaderos “equipos interdisciplinarios” hubiésemos podido aportar granitos de arena para no llegar a este gran sinsentido. Siento que solo se preocuparon por el marketing y no por volver a la escuela.

Como dijeron los gremios, la escuela no puede ser virtual: es presencial.  Para eso hasta ahora no hubo iniciativas verdaderas, ni parecería haber voluntad real para afrontar tamaño desafío.  La publicidad sirve para ganar elecciones, conquistar “imagen” positiva etc. pero no para analizar los problemas, ponerlos en debate y resolver los problemas. La democracia real es otra cosa.  

*Docente de Historia en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini.

Padre de niñas en jardín de infantes y escuela primaria.

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