El comercio local, con el agua al cuello

ECONOMÍA

Edición Impresa 08 de mayo de 2020 Diario Sumario

Esta semana, los comerciantes de la ciudad de Córdoba se rebelaron y protestaron en la Plaza de la Inmaculada, en la zona mayorista por excelencia de la capital provincial, sobre calle Buenos Aires, a una cuadra de la Plaza San Martín. "Estamos buscando una flexibilización para poder trabajar, con protocolos. Necesitamos vender, porque tenemos gastos igual que todos más allá del alquiler, impuestos y servicios", decían los comerciantes ante los medios de comunicación. El grupo pide la flexibilización de la actividad y la creación de un protocolo de seguridad que les permita atender a sus clientes. "Somos adultos, sabemos cómo cuidarnos y queremos cuidar a quienes vienen a nuestros locales bajo un protocolo sanitario", aseguraban, "tenemos que pagar sueldos, alquileres, expensas, agua, luz, gas, impuestos provinciales, es una infinidad, nos estamos fundiendo".

La última disposición del Gobierno Nacional con respecto a la flexibilización, dispone que los conglomerados con más de 500 mil habitantes continúen con la cuarentena estricta. En la provincia, el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) local determinó zonas blancas y zonas rojas, siendo la capital provincial y el Gran Córdoba parte de esta última categorización, junto a algunas otras ciudades de la provincia. Ante ese panorama, el grupo de comerciantes afirma que abrirá las puertas desde el lunes, pase lo que pase con la cuarentena obligatoria. 

La realidad local, salvando la distancia y las rebeliones, no dista de ser muy diferente. A pesar de que los comerciantes locales no amenazan con romper y violar las normas, admiten que la situación se está haciendo insostenible y que es imprescindible alguna medida de flexibilización. Aún incluso los rubros que han podido seguir con su actividad, como el gastronómico, han mantenido sus ventas muy por debajo de lo normal, trabajando sólo al 30 por ciento en el mejor de los casos.

 

Reuniones y estrategias

“Desde que empezó la pandemia estamos en permanentes reuniones con el Ejecutivo. El panorama es muy complicado para todo el sector privado obviamente. Durante la última reunión se trató la posibilidad de flexibilizar algunas actividades comerciales de la ciudad, teniendo en cuanta que hace 40 días que no hay casos locales. El trabajo que se viene haciendo desde la parte de salud pública ha dado sus resultados, los controles están, y en este contexto fue que se planteó esa posibilidad”, explico la presidenta del Centro de Comercio, Industria y Turismo de Alta Gracia y sus sierras, Mariela Auer, y agregó que si bien no es una decisión que dependa exclusivamente del Intendente, él es “la pata más importante a la hora de gestionarlo”.

“Nos interesa que esta posibilidad llegue a todas aquellas actividades comerciales que todavía no están exceptuadas, utilizando todos los protocolos de sanidad y medidas para evitar la concurrencia masiva de la gente en la calle, como por ejemplo, que no se abra en el mismo horario que los bancos. Estamos proponiendo ciertas cuestiones tendientes a poder continuar con las medidas preventivas y creemos que los comercios son capaces de gestionarlas para no generar amontonamiento de personas”, dijo Auer. La titular del centro de comercio local aseguró además que hay un diálogo permanente con sus pares de otras localidades, donde la actividad ya ha sido flexibilizada, y en donde los vecinos han podido cumplir correctamente las normas de distanciamiento y los horarios, y apuntó en la necesidad de que sean los mismo comercios los responsables de llevar a la práctica las tareas de concientización.

 

Un mercado ralentizado

El optimismo por la posible flexibilización llega hasta ahí nomás. Un mercado deprimido, que venía cayendo en picada incluso desde antes de la pandemia, no resulta el escenario ideal para que la apertura de los locales comerciales signifique un repunte en las ventas. “Que abramos las puertas no significa que todo vaya a funcionar como antes de la pandemia”, sentencia Auer. “Veníamos con unos meses muy deprimidos en ventas y esto acabó por enterrarnos. Abrir en ningún caso va a ser la solución absoluta”.

La situación es más que complicada. Hoy un comercio de indumentaria o de calzado que no ha podido abrir en casi dos meses tiene ingresos cero y todos los costos operativos de un comercio con funcionamiento normal, con la obligación de cubrir el salario de los empleados, impuestos y alquileres. Al mismo tiempo, el acceso a los créditos está muy lejos de ser la solución definitiva. “Hemos recibido algunos aportes, pero todo viene muy lento y con muchas trabas. No todos pueden tomar los créditos que ofrece el Gobierno Nacional, y también no todos quieren hacerlo porque no hay un horizonte, no sabemos qué pasa la semana que viene, qué vamos a vender, o si siquiera vamos a poder generar ingresos”.

Este panorama desolador ya estás mostrando sus primeras bajas. “Hay gente que ha decidido cerrar sus comercios, algunos por un periodo de tiempo, mientras dure el aislamiento y después ver que pasa y si puede volver a abrir. Otros optaron por el cierre del local físico para no pagar más alquiler y seguir haciendo una venta digital, pero otros directamente decidieron bajar la persiana”.

 

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