Con pocos casos, colapsó el COE

EDICIÓN IMPRESA

Edición Impresa 31 de julio de 2020 Diario Sumario

Salud, seguridad, fuerzas armadas, defensa civil, miembros de los gobiernos provincial y municipal. Cada una de estas ramas de trabajadores esenciales del decreto presidencial que anunció el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio tiene su representación en el COE Regional Nº8 a través de profesionales que desempeñan tareas sanitarias, de prevención, de seguridad o de gobernar en medio de la pandemia del coronavirus covid-19. Sin embargo, uno de los rubros esenciales que no fue incluido en el armado de la estructura del COE es el del “Personal que se desempeña en los servicios de comunicación audiovisuales, radiales y gráficos”. No hay profesionales de prensa encargados de difundir la información oficial a los periodistas. Resultado: el caos.


La tarea de informar la situación de coronavirus covid-19 en la región fue pasando de manos en manos como una bomba a punto de estallar. Primero, antes incluso de la creación del COE, la directora del Hospital Arturo Illia, Mariana Garay, armó un grupo de WhatsApp con los periodistas de Alta Gracia para mantenerlos al tanto de la situación epidemiológica. Posteriormente, el encargado de prensa de la Municipalidad pidió a los trabajadores de la información que agendaran a un voluntario del COE que se encargaría de transmitir los informes y gacetillas de prensa. 


Sin novedades ni información que transmitir, el sistema funcionaba bien. El grupo era utilizado para algunas consultas, principalmente descartar rumores de casos positivos, se compartía a diario el informe provincial sobre la situación sanitaria y no había más interacciones. Sin embargo, cuando comenzaron a aparecer nuevos casos, el sistema dejó de funcionar. Lógicamente, la labor de la directora del Hospital Regional y encargada del COE no le permitía, además, atender las numerosas consultas de los periodistas en tiempo real… o al menos más rápido de lo que circula la información por los medios extraoficiales.


Dos voluntarios del COE Regional Nº8 fueron encargados entonces de encargarse de la prensa. Así nació un nuevo grupo, en el que varios periodistas que estaban en el anterior, quedaron afuera. Su existencia fue efímera. Al día siguiente, las consultas se remitieron al grupo en el que estaba Mariana Garay y el otro fue disuelto. Atosigada de inquietudes, la directora del Hospital se fue y dejó la tarea de comunicar en los voluntarios.


Más allá de las buenas intenciones que puedan haber tenido, la falta de profesionalismo brilló desde el primer momento. Conocer los detalles de la comunicación, el modo y el ritmo de trabajo de los medios de prensa y cómo circulan los datos en una ciudad chica como Alta Gracia implica una preparación. Encargarse del área de información en medio de una emergencia sanitaria no es solamente redactar gacetillas y enviarlas por celular. Requiere un conocimiento más profundo.


El martes, al menos un paciente que había sido hisopado en el Hospital Regional Arturo Illia recibió el resultado positivo al covid-19. El caso no había ingresado en el informe provincial porque se detectó posteriormente al momento de elaboración del reporte. Pero la noticia ya circulaba en la ciudad. A la mañana siguiente, se confirmó otro paciente y el requerimiento de información oficial hacia el COE fue aún mayor. En varios medios ya se informaba que se esperaba la confirmación de nuevos casos. A las 10:36, una periodista consultó en el grupo si había más casos en la ciudad. Trece minutos más tarde, uno de los encargados de la prensa del COE anunció que actualizarían la información con Garay y media hora después habría anuncios. A pesar de las numerosas consultas, el voluntario no volvió a responder hasta las 11:27, cuando informó que se emitiría una gacetilla de prensa a las 14:00. “Tengan paciencia” pidió posteriormente. Pedirle paciencia a un periodista es como rogarle a un león que se vuelva vegetariano. Quien haya trabajado en relación con los medios lo sabe. Mientras el COE pedía tiempo para confirmar la existencia de un caso en la localidad de Anisacate, el Municipio enviaba a los periodistas un informe sobre la situación.


La falta de preparación y profesionalización de quienes están a cargo de brindar la información no es un detalle menor. Los datos circulan y ante la falta de explicaciones de organismos oficiales, los periodistas publican trascendidos y hechos notificados por personal externo al COE. Pero al no tratarse de fuentes oficiales, cada medio accede a confirmar distintos datos. Números disímiles en diferentes plataformas, versiones contradictorias o diferentes ocasionan confusión y desinformación. Cuando el organismo oficial demora casi cuatro horas en confirmar la existencia de nuevos casos, la creencia de que en la ciudad se esconden números empieza a crecer entre la opinión pública.


Una comunicación eficaz puede ayudar a prevenir que el virus se expanda; concientizar sobre el uso de tapabocas, el lavado de manos y la distancia social; informar sobre la situación epidemiológica de la ciudad y la región y permitirle a la ciudadanía tomar las decisiones correctas. La información cruzada y versiones extraoficiales le permiten crecer con extrema rapidez a la infodemia. Por eso, la labor esencial de los periodistas debe verse respetada con profesionales en las áreas oficiales que brinden la información en tiempo y forma asegurándole el acceso a ella a todos los medios regionales. 
 

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