007: con licencia para matar

Femicidios

Géneros 20 de febrero de 2021 Diario Sumario

2021 tiene en su haber más femicidios que días. Una mujer, travesti o trans fue asesinada por razones de género cada 22 horas. El 12 por ciento de ellas murió a manos de un agente o exmiembro de las fuerzas de seguridad. Una de cada cinco había realizado denuncias previas, aunque ello no impidió su muerte. Los datos tienen la frialdad del título de una película de James Bond, pero la realidad se compone por la angustia de la hija de Ivana Módica o la madre de Úrsula Bahillo; el miedo de las mujeres que actualmente sufren violencia y no saben hasta cuándo estarán vivas y la sensación de impotencia de quienes quieren que “Ni una menos” sea un hecho más que una consigna.

El femicidio de Úrsula Bahillo puso a la vista un debate que lleva mucho tiempo en el seno de los movimientos feministas: la necesidad de actuar sobre las masculinidades. No se trata de que las mujeres tomen determinadas medidas para evitar ser asesinadas, sino de que los hombres no sean femicidas. Porque en términos generales, hay tantos victimarios como víctimas. Con el margen de error existente al no contemplar algunos casos de doble o triple femicidio, en 2019 hubo aproximadamente 320 femicidas, en 2020 fueron unos 290 y en enero de este año alrededor de 30. “Si todas conocemos a una amiga violentada, pero no todos tienen un amigo violento, los números no cierran” señalaba uno de los tantos reclamos que se viralizaron en redes sociales luego del crimen de Úrsula. El debate del rol de los varones en la deconstrucción y revisión de las relaciones entre los géneros salió de debajo de la alfombra para ocupar un lugar visible en la discusión.

Al instalarse ese debate, no faltaron quienes inmediatamente pusieron el grito en el cielo ante la generalización. Claramente, no se trata de afirmar que todo hombre es un violento ni menos aún un potencial femicida. Pero sí es importante tener en cuenta las pequeñas –y no tan ínfimas- actitudes que van conformando un macho capaz de buscar ejercer su dominio sobre los demás a toda costa. Aunque el precio a pagar sea su propia vida –en los casos de femicidio seguido de suicidio del victimario- o una condena a cadena perpetua sin posibilidad de atenuantes. Cuando la familia, los pares, la escuela y la sociedad enseñan que el hombre es fuerte, dominante, no llora, no teme, no usa color rosa y siempre se sobrepone a sus emociones, los resultados son trágicos. Incluso, hay varones víctimas del machismo, como Fernando Báez Sosa o Matías Montín.

De acuerdo con el observatorio de las violencias de género “Ahora que sí nos ven”, en 2019 hubo 327 femicidios. De ellos, 43 agresores se suicidaron luego de cometer el crimen. Además, 20 de los femicidas pertenecían a alguna fuerza de seguridad. En el momento en que un caso es excepcionalmente resonante y por diversos motivos cobra más tiempo en pantalla, minutos de aire y líneas de texto en los medios de comunicación, aparece de inmediato el discurso que plantea a gritos “algo hay que hacer”. En esa proclama, surgen ideas que van desde el punitivismo más feroz hasta las utopías más desmedidas. Entre la pena de muerte o la repartija de tobilleras electrónicas a la manchancha para monitorear a todo violento, hay muchas opciones intermedias.

"En los grupos de amigos hay que encarar a los que bardean. Si no empezamos a encarar a los mismos chabones, no podemos esperar que las pibas lo hagan", opinó Martín Vainstein, un joven de 28 años consultado por la Agencia Télam. El chico contó que en un grupo de amigos hablaron sobre sus privilegios y sobre "qué microagresiones patriarcales" ejercen día a día. “Uno contó que se dio cuenta que nunca la dejaba a su pareja terminar de decir las cosas y la interrumpía", señaló Vainstein. El diputado nacional Leonardo Grosso fue uno de los que salió a interpelar a su género preguntándose ante el femicidio de Úrsula “¿Qué estamos haciendo los varones?”.

 

La construcción de nuevas masculinidades es un punto central en la lucha contra la violencia de género. Una sociedad en donde el maltrato no sea una cuestión de pareja; en la que las fotos de la chica con la que tuvieron relaciones la noche anterior en un grupo de WhatsApp esté totalmente fuera de lugar y en la que cada uno se cuestione sus propias actitudes. “Te libero del cuento donde siempre eres fuerte, el más valiente, el más guapo y el que por supuesto ya posee un castillo. El que tiene tesoros y riquezas o por lo menos alguna herencia. A ti también te han dañado y te han impuesto estereotipos de valentía, posesión y fortaleza” reza un poema de Susy Landa viralizado en las redes sociales que muestra el daño de los estereotipos de género en los varones. Las nuevas masculinidades deben ser el eje en la construcción de una sociedad más igualitaria. Un punto centralizado desde el Estado, a través de la educación.

Es el momento de aceptar que lo actual no sirve, que no está funcionando. Si cada 22 horas una mujer es asesinada, la Justicia y todas las instituciones que abordan las problemáticas de género deben replantearse su accionar. Es necesaria una reforma del sistema en la que realizar las denuncias sea posible y factible para todos, en la que cada agente que reciba a una persona que va a advertir sobre una situación de violencia tenga la responsabilidad de realizar un seguimiento del caso. Para eso, seguramente, se requiere la incorporación de más personal al trabajo de las áreas de género y violencia.

Roberto Martínez, Luis Olmedo, Dante Tinari, Rafael Busto, Marcelo Ferraretto, José Adrián Contreras, Héctor Abel Gómez y Facundo Giménez son los responsables de los últimos femicidios cometidos en el departamento Santa María. En el último caso, el asesino de Aydeé Palavecino también tenía denuncias previas, antecedentes por violencia de género e incluso había estado detenido por ese delito. Algunos de los otros agresores también tenían denuncias previas, pero eso no evitó que terminaran asesinando a sus víctimas.

Es necesaria una nueva manera de ver y concebir las masculinidades desde la primera infancia, en la familia, los pares y la escuela. También hay que considerar una reforma importante en el abordaje de los casos de violencia para que de una vez y para todas, los hombres no tengan licencia para matar a las mujeres… aunque más tarde se maten o pasen la vida en la cárcel.

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