Ese incómodo camino de la memoria

EDICIÓN IMPRESA

Sociedad 24 de marzo de 2017 Diario Sumario
Por Vanesa Diaz
De nuestra redacción
 
En las memorias colectivas, los recuerdos toman distintos significados y los hechos adquieren diferentes matices según los contextos históricos en los cuales se recuerda. Los aberrantes sucesos ocurridos en Argentina durante la dictadura cívico militar -que comenzó el 24 de marzo de 1976- marcaron heridas sociales muy profundas, con lo cual el recuerdo muchas veces incomoda. No sólo por el dolor. También porque cuestiona, reclama y busca respuestas cada día. Esta llaga, presente también en Alta Gracia, va tomando diversas formas a lo largo de los años. Desde pequeños actos pensados por grupos de militantes políticos, hasta la realización de importantes marchas, la ciudad ha transitado distintos caminos en la reconstrucción de su pasado reciente.
En Alta Gracia, hay tres personas desaparecidas durante el terrorismo de estado: Carlos D’Ambra, Alicia D’Ambra y Hugo Pavón. Este último, salió a la luz recién en julio de 2007. En cambio, la lucha de Emilia Villares y Santiago D’Ambra hizo que los nombres de sus hijos siempre estuvieran presentes.

Los primeros años de democracia
El regreso a la democracia a fines de 1983 y la condena a las Juntas Militares en 1985 marcaron un tiempo difícil. El dolor de la muerte y el miedo eran fantasmas que seguían acechando. El pedido de Justicia resonaba. Un nuevo contexto surgió en 1986 y 1987 cuando el Presidente Raúl Alfonsín sancionó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, respectivamente. La Justicia se alejaba.
En el marco de estos hechos, algunos militantes se encargaban de hablar acerca de la dictadura en Alta Gracia. "Yo militaba en el Partido Intransigente, en el ‘85 vino Néstor Vicente -integrante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos- a Córdoba. Hablamos con Pablo Bassola, el secretario de la Juventud que tenía el Intendente Audino Vagni y organizamos una charla debate con todos los alumnos de cuarto y quinto año del secundario en el Cine Monumental Sierras. Además de Vicente, estuvo Otilia Argañaraz -presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba en ese momento-. Llenaron el cine. En ese momento, llamó una persona a una radio pidiendo los nombres de quienes organizaban, había quejas porque había un gran sector de la sociedad que no quería recordar esto. Fue la primera vez que se habló de la dictadura”, relató Blanca Barreiro, abogada y militante. "La memoria es una construcción colectiva que alguna vez se vuelve masiva. Recuerdo que mucha gente que ahora marcha estaba en la otra vereda, pero yo me alegro, porque por suerte se ha elevado la conciencia. En esa época éramos muy pocos”, agregó. Barreiro también recordó que en abril de 1988 Alfonsín visitó la ciudad que cumplía 400 años. "Reclamamos por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y fuimos abucheados”, recordó.
Luego, en 1990, el Presidente Carlos Menem indultó a los jefes militares. Sin embargo, ese mismo año se colocaron en la ciudad dos placas: una de ellas recordaba a Carlos y Alicia D’Ambra y estaba firmada por la Mesa de Juventudes Políticas. Aún se mantiene. La otra placa recordaba a "los desaparecidos por razones políticas en su justa causa por el sostenimiento del sistema democrático” y fue colocada por el Honorable Concejo Deliberante. Esa ya no está.
A los Hermanos D'Ambra también los recuerda una calle de Barrio El Cañito, donde se encuentra la casa de su familia.

Tiempos de reivindicaciones
La lucha constante de los organismos de Derechos Humanos mantuvo viva la llama de la memoria en los ’90, cuando dejó de ser una cuestión de Estado. En 2003, -luego de la turbulenta crisis social y política de 2001- asumió la presidencia Néstor Kirchner. Ese mismo año el Congreso declaró la nulidad "insanable” de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y abrió un nuevo camino. 
En 2006 Kirchner declaró feriado nacional el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. En ese año, se realizó en la Plaza Mitre de Alta Gracia uno de los primeros actos en conmemoración del Golpe de Estado, organizado por un grupo de jóvenes.
Con este cambio de contexto y con la memoria como cuestión de Estado, se abrieron los juicios contra los genocidas y se multiplicaron las conmemoraciones. La Escuela de Mecánica de la Armada y La Perla se convirtieron en Museos de la Memoria. En este último fue la altagraciense Emi D’Ambra quien acompañó a Kirchner cuando el predio fue entregado, en 2007.
En 2008, también se colocó en la ciudad una placa en recuerdo de Hugo Pavón en el lugar donde fue secuestrado por las fuerzas militares: Avenida del Libertador al 1700.
En la última década, no dejaron de recordarse los años oscuros del país en la ciudad. Y los jóvenes son protagonistas. 
En 2011, la Municipalidad distinguió a Emi D’Ambra por su lucha por los Derechos Humanos. Comenzaron las marchas por las calles de la ciudad e incluso, desde 2014, Emi comenzó a replicar la tradicional ronda de las Madres en Plaza Solares.
Un reclamo que se repite desde hace una década es el cambio de nombre de la Plaza Mitre, por Plaza de la Memoria. Pero no encuentra eco político.
Ya en 2016 fueron condenados los genocidas de la Megacausa La Perla, por la cual encontró justicia el asesinato de Carlos D’Ambra. En el banquillo Carlos Alberto Díaz y Arnoldo López, represores oriundos de esta zona, recibieron condena a cadena perpetua. 

El nuevo contexto
Con un nuevo gobierno nacional, desde diciembre de 2015, la lucha de los organismos de derechos humanos se mantiene en pie. Ya no tan acompañada desde el Estado Nacional, las marchas llenan las calles cada 24 de marzo y la ciudad de Alta Gracia también se suma. En 2017 faltará en la calle la incansable Emi D'Ambra, quien dejó este mundo el 7 de marzo. Su ausencia será, quizás un nuevo motor en el devenir de la memoria local.
 
 
Fotografía marcha: Jean Luis Hourgras - Facebook Colectivo Paravacasca por la Memoria
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