Rápidos y furiosos

“Las luces se encienden,

calle Corrientes

se llena de gente que viene y que va.

Salen del cine,

ríen y lloran,

se aman, se pelean,

se vuelven a amar…”

Los versos que preceden pertenecen a la canción “Moscato, pizza y fainá” de Memphis La Blusera. Describe una típica noche en una de las avenidas más tradicionales de Buenos Aires, repleta de cines, teatros y pizzerías.

A 22 años y 707 kilómetros de distancia, la realidad en Alta Gracia es casi opuesta. Los comercios cierran, las luces se apagan, las persianas se bajan y la cantidad de personas en la Avenida del Libertador comienza a descender precipitadamente. Pasadas las 22:00 ó 23:00, la calle comienza a perder gran parte de su tránsito diurno.

Para los peatones, esa arteria en particular se convierte en un territorio hostil. Si de día es difícil que los más apresurados automovilistas respeten los semáforos de las esquinas como Ituzaingó o Cuyo, de noche es realmente extraño que eso ocurra. Ya no se trata de la prisa por llegar, sino la opulencia de mostrarse. La alta velocidad de los automóviles y motocicletas no es una excepción. Las suspensiones trabajadas para quitarle altura y ganarle kilómetros por hora a algunos vehículos y los escapes liberados, para que quien no esté mirando al menos escuche también, son figuritas repetidas en ese sector de la ciudad.

La madrugada del pasado domingo, un Peugeot 306 perdió el control y dio varios tumbos hasta detener su inercia contra la pirca del boulevard. Ocurrió en Avenida del Libertador al 1.100 y según informaron fuentes policiales, un hombre de 39 años y una mujer de 38 se conducían en un Peugeot 306 cuando otro vehículo los sobrepasó y los chocó en la puerta del acompañante. A causa del impacto, el auto comenzó a dar tumbos y terminó estrellándose contra la pared de piedras. El otro vehículo participante se dio a la fuga y la mujer fue trasladada al Hospital Arturo Illia.

Sin embargo, de inmediato a la publicación de la noticia, numerosos testigos afirmaron que ambos vehículos circulaban a gran velocidad y que el automóvil que escapó –que sería un Volkswagen Gol color negro- nunca chocó al Peugeot, sino que lo encerró. La conductora habría hecho una maniobra para evitar el impacto y eso produjo los tumbos y el choque contra la pirca. En el marco de la investigación, no está totalmente descartada la hipótesis de la “picada” ni de que los ocupantes de ambos vehículos se conozcan.

Afortunadamente, en el choque del domingo no hubo que lamentar ninguna víctima fatal. Por suerte, ningún peatón cruzaba la avenida cuando uno de los automóviles huía y otro daba tumbos. Tampoco había nadie en el boulevard esperando para atravesar la calle. Hubo una persona herida, pero el desenlace podría haber sido realmente trágico. Porque en pandemia, el controlar el exceso de velocidad le cedió espacio a la atención de la emergencia sanitaria.

En marzo, con el decreto del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, se redujo considerablemente la cantidad de personas en las calles. Solamente podían transitar trabajadores esenciales y aquellos que fueran a realizar compras de absoluta necesidad. Por las noches, las calles estaban desiertas. Diariamente, se reportaban algunos detenidos por no cumplir con las medidas sanitarias.

Progresivamente, se fueron habilitando nuevas actividades económicas y recreativas. En la actualidad, la circulación es prácticamente normal durante el día y se reduce un poco a la noche. Pero ha quedado muy lejos la Fase 1 en la que nadie salía a la calle. 

Con la instalación de la emergencia sanitaria, el intendente Marcos Torres Lima tomó una serie de medidas para evitar la circulación y también administrar los recursos económicos en tiempos de vacas flacas. Una de ellas fue la eliminación de las horas extra al personal municipal. Por otra parte, varios agentes solicitaron licencia por pertenecer a grupos de riesgo por el coronavirus covid-19. Esta medida dejó a la ciudad con solo ocho inspectores de tránsito en condiciones de realizar los controles vehiculares, sin posibilidad de trabajar más horas de las estipuladas en sus convenios laborales. “Estamos atados de pies y manos” confió una alta fuente del Gobierno a Sumario Noticias.

Cabe destacar que cada patrullero de Seguridad Ciudadana está tripulado por un policía y un agente de tránsito. Si se le agrega que tienen la tarea de controlar y labrar actas en las fiestas clandestinas, la instalación de un puesto de control de tránsito resulta al menos dificultosa. La noche del choque en Avenida del Libertador, se desbarataron cuatro reuniones sociales entre las 2:20 y las 6:45.

Esta semana, miembros del gabinete tuvieron reuniones para tratar el regreso de la actividad turística y mayores reaperturas comerciales. La “nueva normalidad” ya es una realidad. La necesidad de retomar los controles para evitar una tragedia, también.