(Alta Gracia, de nuestra redacción) Villa Roma, es una viaja casona ubicada en la calle Achaval Rodríguez al 300, en barrio Pellegrini de Alta Gracia. La casa fue construida en 1920, por el arquitecto Amaro Da Costa, y en 1940 pasó a formar parte del patrimonio de la familia Testoni. Tres generaciones habitaron entre las paredes de este edificio, y cada una le brindó su impronta y la fue transformando con ideas y estilos que continúan intactos hasta hoy. "Mis abuelos, Roma Corti y Carlos Testoni, vinieron desde Rosario y les gustó tanto Alta Gracia que decidieron quedarse acá y comprar esta casa. Mi hermano y yo nacimos y crecimos acá, este fue mi hogar toda mi vida”, contó Romina Testoni, tratando de desempolvar los recuerdos de un pasado no muy lejano, en donde las actividades de la vida cotidiana se circunscribían a los lindes del terreno que ocupa la propiedad. "Mis recuerdos en esta casa son millones, pero los primeros que me vienen a la mente son las innumerables tardes que pasábamos jugando con nuestros primos en el parque de la casa”, agregó Romina que, junto a su hermano Mauricio, tiene la intención de convertir el lugar en un Espacio Cultural.
Romina ha dedicado su vida al arte, y su vínculo con la música en particular comenzó cuando tenía cuatro años, momento en que comenzó a estudiar piano. "Vengo de una familia de artistas. Por mi familia paterna teníamos algunos artistas y músicos. Cuando yo nací, un primo de mi padre me vino a conocer y cuando me vio las manos dijo: 'esta nena tiene manos de pianista'. Yo creo que siempre tuve la vocación, así que a los cuatro años mis padres decidieron enviarme a estudiar piano con Rosa Abraham, que fue mi primer maestra de piano. Por eso, yo siempre digo que el piano me eligió a mi, y después yo al piano, porque a mí siempre me gustó y me dediqué a la música”. Hasta los 9 años, Romina estudió piano en la ciudad y luego continuó sus estudios en con maestros en Córdoba; en el Conservatorio Provincial y en la Facultad de la Artes. Ahora se encuentra volcada completamente a la docencia, dando clases a sus alumnos particulares en su domicilio. "Siempre supe que la música era mi pasión y nunca pensé en hacer otra cosa. En lo profesional tuve muchas satisfacciones, porque tuve el privilegio de acompañar varias veces a Luis Lima. Si algo me quedó pendiente es tocar en el Teatro Libertador. Amo la música”.
¿Cómo surge la idea de abrir su casa para que sea utilizada como Centro Cultural?
Siempre quise abrir la casa como Centro Cultural. La idea de poder compartir este espacio con colegas y amigos que disfruten del arte es una idea que siempre tuve en mi mente... y nunca hubo razones para no hacerlo, así que con el apoyo de mi hermano decidimos darle un nuevo impulso y desde el año pasado estamos llevando a cabo talleres y muestras abiertas al público. Quisimos compartir este lugar con la gente de Alta Gracia, teniendo en cuenta también que creemos que hace falta un espacio dedicado a esto en la ciudad.
¿Hay participación por parte de la comunidad artística?
Las personas que conocen la idea y saben lo que queremos hacer están muy contentas de participar.
Por ahora, no contamos con ninguna ayuda de la Municipalidad ni de otra institución, pero recién estamos iniciando con el espacio. El seminario de Edgar Saillen – su historia fue contada en la edición Nº 755 de Sumario, el diario de los viernes - fue un disparador muy importante para poder difundir y dar a conocer lo que queremos hacer. Por ahora, estamos proyectando este espacio como un lugar para dar talleres y realizar muestras, pero después veremos en que se puede convertir. Queremos que la gente se acerque y venga a consultar.