Opinión Diario Sumario 01 de junio de 2022

La cultura de las armas

ESTADOS UNIDOS

(Prensa Latina) El autor de la matanza, identificado como Salvador Ramos, compró legalmente dos rifles estilo AR unos días antes del ataque, poco después de cumplir sus 18 años. No tuvo problemas para adquirirlos, ya que Texas tiene, además, una de las leyes más laxas del país para el porte de armas de fuego.

Según la reconstrucción de los hechos, el pasado 24 de mayo, luego de un incidente con su abuela, a quien le disparó en el rostro, el exalumno de la Robb Elementary School irrumpió en el centro escolar y se atrincheró en uno de los salones de clase.

Antes de Uvalde y desde el inicio de 2022, se registraron alrededor de 210 tiroteos masivos, de ellos cerca de 26 en instituciones educativas estadounidenses con saldo de 46 víctimas entre fallecidos y heridos, reveló la organización independiente de noticias Education Week.

Por su parte, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señaló que 45 mil 222 personas perecieron en ese país por lesiones relacionadas con las armas de fuego en 2020, el último año del que se dispone de datos completos.

Estados Unidos tiene condiciones socio-históricas que perfilaron una cultura de veneración y posesión de las armas, a juicio de algunos expertos, quienes estiman que esa es una de las razones que impiden su regulación.

 

DIFÍCIL CAMINO DEL CONTROL

Aunque es tarea difícil calcular el número de armas de fuego en manos privadas, se estima que Estados Unidos es la nación con mayor cantidad de civiles propietarios de esos artefactos.

Hacia 2018 las estadísticas arrojaron que existían 120,5 armas por cada 100 habitantes, frente a 88 por cada 100 en 2011.

Datos de estudios recientes revelaron que la compra de armas creció de manera significativa en los últimos años. Una investigación publicada en la revista médica Annals of Internal Medicine señaló que 7,5 millones de adultos estadounidenses -algo menos del tres por ciento de la población-, adquirieron un arma de fuego por primera vez entre enero de 2019 y abril de 2021.

La organización Gun Violence Archive advirtió que desde 2019 hay más tiroteos que días del año en Estados Unidos y casi 53 personas mueren cada día por un arma de fuego.

Sin embargo, la oposición al control hace todavía más escarpado el camino en el Congreso de Estados Unidos.

La masacre en Uvalde desencadenó un coro de llamamientos a favor del endurecimiento de las leyes de armas, a lo cual se opone la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) que lleva tiempo presionando a los legisladores del Partido Republicano para bloquear cualquier iniciativa en el Capitolio.

El grupo de cabildeo celebró su convención anual el 27 de mayo en Houston, Texas, a solo 450 kilómetros de la escena de terror vivida en Uvalde.

Wayne LaPierre, presidente ejecutivo de la NRA, sostuvo solo que otro tiroteo masivo como el de Uvalde «no debería volver a ocurrir» y mantuvo su rechazo a las propuestas para regular las armas de fuego, cuya posesión calificó de «derecho humano fundamental».

Para algunos observadores quedó claro que los comentarios de LaPierre siguen en línea con la postura de la asociación de impedir cualquier intento de restricción, incluida la ampliación de los controles de antecedentes y la prohibición de las consideradas de asalto.

«Restringir el derecho humano fundamental de los estadounidenses respetuosos de la ley a defenderse no es la respuesta. Nunca lo ha sido», afirmó.

Lejos de solicitar eliminarlas, sugirió más seguridad en las escuelas, cambios en el sistema de justicia penal y nuevos fondos para «arreglar el sistema de salud mental roto de nuestra nación» que son, a criterio suyo, los factores que evitarán futuros tiroteos en las escuelas.

Mientras, el expresidente Donald Trump (2017-2021) acusó a los demócratas de “politizar” el tiroteo en la escuela de Uvalde y consideró que “las políticas de control de armas impulsadas por la izquierda no habrían hecho nada para evitar el horror que tuvo lugar. Absolutamente nada”.

Al hablar en la reunión de la NRA, el exmandatario opinó que la solución pasa por colocar detectores de metales en las entradas de los colegios y construir puertas que puedan bloquearse desde el interior para impedir “el acceso de intrusos”.

Trump atribuyó toda la culpa a la salud mental del atacante, obviando el papel de las armas en el tiroteo y defendió la Segunda Enmienda de la Constitución, que consagra el derecho de los estadounidenses a poseer armas.

Tras el reciente tiroteo en la escuela texana, el presidente Joe Biden reiteró que el país debe tener leyes de armas «de sentido común» que no tengan «ningún impacto» en la Segunda Enmienda.

«La Segunda Enmienda no es absoluta. Cuando se aprobó (en 1791) no podías tener un cañón, no podías tener cierto tipo de armas», dijo Biden un día después de la matanza.

 

NECESIDAD DE COMPROMISO LEGISLATIVO

Un grupo bipartidista de senadores también comenzó a reunirse en un esfuerzo por alcanzar compromisos sobre una eventual legislación. Chris Murphy (demócrata por Connecticut), quien lidera esas conversaciones, tuiteó que «esta vez, el fracaso no puede ser una opción».

Al menos dos iniciativas legales importantes sobre el control de armas fueron aprobadas en fecha reciente en primera instancia por la Cámara de los Representantes, pero se atascaron en el Senado por la oposición de los republicanos.

Por cierto, el lado rojo se llegó a proponer como solución a casos como el de Uvalde, que los profesores estén armados en los centros escolares. Así lo afirmó el fiscal general de Texas, Ken Paxton, en una entrevista concedida a Newsmax.

«No podemos evitar que la gente mala haga cosas malas. Podemos armar y preparar y formar a los profesores y otros administradores para que respondan rápidamente. Esa es, en mi opinión, la mejor respuesta», subrayó.

Entretanto, Biden admite que necesitan cambiar. “¿Cuándo, en nombre de Dios, vamos a enfrentarnos al lobby de las armas? ¿Cuándo, en nombre de Dios, vamos a hacer lo que todos sabemos en nuestras entrañas que hay que hacer?», preguntó.

El ocupante del Despacho Oval está consciente de que “nuestros niños no merecen esto”.

(*) Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina
 

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