(Por Julia Conalbi, de nuestra redacción) Laura Moreschi es la única representante de la ciudad en el área de operaciones del satélite SAOCOM 1A. Trabaja en la estación de CONAE de Falda del Carmen desde hace cinco años. Amante de Argentina, asegura que quiere trabajar toda su vida en el país y, particularmente, en Alta Gracia. 

Tiene 30 años. Si bien nació en Italia, vive en Alta Gracia desde que era bebé y se define a sí misma como 100 por ciento argentina y altagraciense. Desde muy chiquita, amaba las estrellas, los planetas y todo aquello relacionado con el espacio. En febrero de 2003, la noticia del accidente del trasbordador espacial Columbia la terminó de decidir: a partir de ese momento, estaba segura de querer estudiar ingeniería. 

En el secundario, cursado en la Escuela Normal Superior de Alta Gracia, eligió la orientación Ciencias Naturales. Una vez que terminó el nivel medio, estudió Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Nacional de Córdoba.  Cuando se recibió, uno de los primeros lugares a los que envió su curriculum vitae fue la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y fue convocada. 

En diálogo con Sumario, el diario de los viernes, Laura Moreschi relató la intensidad con la que se vivió en la estación terrena de Falda del Carmen el lanzamiento del satélite.

¿Cómo viviste la noche del lanzamiento?
Fue un delirio. Realmente alucinante. Nosotros venimos hace meses ensayando… Vamos cumpliendo distintos hitos en los que practicamos distintas cosas y los últimos ensayos eran casi reales de los que íbamos a vivir el domingo y simulábamos con contingencia. Lo ensayamos un montón de veces, lo que podría salir bien, y lo que podía salir mal, tanto del satélite como de las operaciones acá en tierra.
En las simulaciones, aparecían fallas de cualquiera de los dos aspectos. Ya esa etapa la vivíamos con gran nerviosismo. Sabíamos que el lanzamiento iba a ser un momento de extrema tensión, aunque no nos imaginábamos que iba a haber tantas cámaras. La parte que más nos importaba a nosotros es cuando se separaba. A partir de ahí, ya estábamos solos, recibiendo los datos del satélite y tomando decisiones para comandarlo. 

El trabajo de las primeras horas posteriores al lanzamiento, ¿cómo se vivió?
Fue muy intenso. Durante toda la noche del domingo y primeras horas del lunes, teníamos una visibilidad tras otra. Terminados los primeros doce minutos de decisiones posteriores al despegue, concluía una etapa. Diez minutos más tarde, teníamos la próxima. Toda la primera secuencia es la que le da la vida al satélite. A la siesta del lunes, se terminó de desplegar una mitad de la antena del instrumento y por la tarde concluyó el despliegue de la otra. Todo esto implicó unas doce horas de trabajo intenso.

Específicamente, ¿qué es lo que permitirá este satélite?
Tiene una antena de dimensiones que no hay en el espacio, es un radar de apertura sintética. Hay muchos países del mundo, especialmente de Europa, que están interesados en la información que puede dar, porque no hay otro igual. Por sus dimensiones, el SAOCOM 1A es único en el mundo. 
Va a ser de gran utilidad a la comunidad científica mundial aportando a la generación de mapas de humedad del suelo. 

Los satélites SAOCOM fueron especialmente diseñados para detectar la humedad del suelo y obtener información de la superficie terrestre en cualquier condición meteorológica u hora del día. La frecuencia de microondas del radar, capaz de atravesar las nubes y “ver” aunque esté nublado, y también porque la antena cuenta con su propia fuente de iluminación a bordo, y así puede observar tanto de día como de noche. La nueva misión espacial argentina consiste en la constelación  SAOCOM 1, compuesta  por dos satélites idénticos, denominados A y B respectivamente. En 2007,comenzó la ingeniería básica del satélite, en su configuración actual. En 2013, se inició la construcción del modelo de vuelo del SAOCOM 1A y finalizó en 2017, para ser ensayado y lanzado en 2018. 

La construcción del SAOCOM 1A fue llevada a cabo en distintos puntos del país: en la CONAE en Córdoba se integró la antena radar, en la CNEA en Buenos Aires los paneles solares, la estructura de la antena radar y dispositivos de despliegue; en Bariloche, en INVAP se construyó la plataforma satelital y en CEATSA se realizaron las pruebas previas al lanzamiento