(De nuestra redacción) Desde hace diez años, Solange Musse enfrenta un cáncer de mama. En estos momentos, está bajo un tratamiento alternativo en una habitación en Alta Gracia, con enfermeros, respirador y acompañamiento terapéutico. Desde que empezó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, su padre, Pablo, se quedó sin posibilidad de visitarla ya que vive en la provincia de Neuquén.

Hace unas semanas, comenzó los trámites para poder visitar a su hija debido a la enfermedad que la joven padece. El COE autorizó el viaje desde el sur del país hasta Alta Gracia y el hombre, con todos los permisos, se subió al auto junto a su cuñada y emprendieron la travesía. Ninguno de ellos imaginaba que al llegar a la frontera de la provincia de Córdoba, le impedirían el ingreso. En los testeos rápidos, el resultado de la mujer fue negativo, pero el del hombre dudoso. Repitieron el procedimiento con el mismo resultado. “Me explicaron que podía ser porque tenga otra afección, pero me dijeron que dos resultados ‘dudosos’ ya era coronavirus” explicó Pablo, quien pidió realizar la cuarentena en un hotel de la provincia pero le negaron la solicitud. Ante esto, fue obligado a regresar manejando a Neuquén, sin poder detenerse en ninguna estación de servicio a comprar comida o utilizar el baño y escoltado por patrulleros.

La provincia de Córdoba, con posibilidades de retroceder de fase

“Nos acompañaron ocho móviles policiales por toda la ruta hasta Neuquén. Los policías me decían que no me podía bajar ni en las estaciones de servicio a comprar comida” remarcó y añadió que tuvieron que “hacer sus necesidades en el campo, en medio del camino”.

Respecto del estado de salud de Solange, el hombre explicó que: “tiene un cáncer muy avanzado desde hace 10 años. Está internada en una casa que alquilamos en Alta Gracia con respirador, enfermeros, tratamiento psicológico y muchos cuidados”. Además, indicó que el frustrado viaje fue contraproducente para ella: “Mi hija me estaba esperando. Estaba muy ansiosa y todo esto le hizo mal”, contó entre lágrimas.

Finalmente, Pablo debió manejar 40 horas sin descanso entre ir y volver a Neuquén.