(Alta Gracia, de nuestra redacción) Las manos de Graciela son expertas, hábiles y diestras. Son manos que que se han dedicado al trabajo desde siempre, cuando comenzaron a dar forma a cabellos rebeldes en la ciudad de Buenos Aires. Chela, como la llaman sus familiares y allegados, es inquieta y siempre lo fue. A lo largo de sus 78 años, vivió en innumerables ciudades, desde su Cuzco natal – Perú – pasando por Buenos Aires (en donde su familia fue vecina de la familia del ex Cardenal Jorge Bergoglio, el actual Papa Francisco), Bahía Blanca y el sur Argentino.
Con 16, sus padres llegaron a Argentina y ella se naturalizó criolla, ya que su madre era nacida en esta tierra. Chela ha forjado durante sus años vividos, esa experiencia que brinda la vida de trotamundos, y cuando uno pensaría que ya es tiempo de descansar y disfrutar del retiro, ella va por más y continúa adiestrando esas manos, ahora para crear, por medio del tejido. "Donde otros ven basura, o simplemente tristes bolsas de nylon, yo veo una materia prima que puede dar muchas formas diferentes”, advierte Graciela Álvarez, mientras corta tiras y tiras de plástico, que se convertirán en el "hilo” de su tejido.
Con paciencia, Chela teje al crochet con bolsas de plástico. Teje bolsos, gorros, monederos, alfombras, carpetas y adornos para las mesas. Teje desde que vivía en Villa La Angostura, donde el frío del invierno la empujó a comenzar con esta tarea, mientras pasaba las tardes en su hogar. "Hace 20 años, yo vivía en Bahía Blanca. Ahí, me dediqué a la peluquería de niños, pero después de que fui víctima de un robo, mi hijo me llevó a vivir con él a Villa La Angostura. Como allá hace mucho frío en invierno, empecé a tejer para pasar el tiempo. Después, vi que gastaba mucha plata en lana, entonces empecé a tejer con bolsas de plástico”, cuenta Chela mientras manipula su tijera y empieza a anudar las tiras de nylon con sus dedos. "En el sur, vendía muy bien. Los turistas me compraban muchas cosas, porque les parecían productos muy originales y me compraban para llevar de recuerdo o para usar ellos mismos. Ahí me di cuenta de que el tejido con bolsas podía generarme algunos ingresos y decidí tomarlo con más responsabilidad y no sólo como un hobby”.
Transmitir el conocimiento
Chela vive en Anisacate desde el 2010 y ahora busca un espacio para poder montar una peluquería, ofrecer sus productos a la venta y dar talleres de tejido y peluquería a los vecinos de la zona. "Siempre fui una ilusa y una romántica, me gusta enseñar y quisiera que la gente pueda aprender, porque es una forma de trabajar y cuidar el ambiente reciclando también. Además estoy averiguando qué trámites hay que realizar para poder patentar este método”.
Mientras busca un lugar para enseñar, Chela vende sus artículos a sus vecinos y también participa de diferentes ferias de artesanías, en donde muestra y vende sus productos.