Por Jorge Conalbi Anzorena
Director Periodístico
De pronto, en menos de dos semanas, el peronismo en el gobierno se encontró con que lo que estaba llamado a ser una bandera para la próxima campaña corría el peligro de convertirse en un estruendoso fracaso durante el primer año de gestión. El vuelo propio que habían empezado a exhibir algunos miembros de la bancada oficialista en el legislativo comunal se había expresado en obstáculos para la radicación en Alta Gracia de la firma Dinosaurio SA.
Resultaba insólito que las objeciones que nunca expresaron los comerciantes de la ciudad las enarbolaran algunos concejales del partido gobernante.
A pesar de sus esfuerzos, Marcos Torres Lima no logró disciplinar el bloque que conduce, el que llegó a la reunión con los representantes del gigante cordobés con el nivel de indefenición que había exhibido las dos semanas anteriores. Pero Euclides Bugliotti decidió no andar con chiquitas y su representante llegó a la ciudad con un mensaje tan tácito como claro: No hay ni tiempo ni plata para perder haciendo los estudios a través de la Universidad Nacional de Córdoba, o nos dan luz verde o nos vamos a otro lado (Ver "La empresa provocó un temblor”).
Cuando al mediodía del martes 6, Fabián Giusppone, el enviado del grupo empresarial, atravesó la puerta de Belgrano 15 dejando atrás el edificio municipal, la preocupación se trasladó a la calle Belisario Roldán, donde el intendente Facundo Torres Lima tiene su despacho. Como contrapartida, el concejal radical Roberto Brunengo -principal opositor a la radicación del Grupo Dinosaurio en la ciudad- quizá sintió que se avecinaba una victoria. Pero esa sensación no podía durarle mucho.
Dos horas después, el Presidente del cuerpo Juan Manuel Saieg convocó a conferencia de prensa para mostrar al bloque unido en un sólido respaldo a la posición empresaria. No fue gratis, fue necesaria la intervención del Intendente y del legislador Walter Saieg, quienes reunieron a los concejales de Unión Por Córdoba en un almuerzo en el que quedó claro que en una fortaleza asediada la menor disidencia se parecería a la traición.
La jugada no sólo abroqueló a los ediles atrás de la política oficial, sino que puso a la oposición en el escenario más temido: ser los responsables de la caída de una inversión apoyada por una inmensa mayoría de una sociedad que demanda puestos de trabajo.
Por eso rápidamente se sucedieron las reuniones entre dirigentes y concejales del radicalismo que temieron quedar pegados a una retirada que les acarrearía costos políticos de difícil dimensión.
Antes de que terminara el martes, el escenario había cambiado totalmente y el Comité de Circuito presidido por el bonfiglista Marcelo Jean ya tenía la declaración que difundió al día siguiente, enterrando las posturas dilatorias que sus concejales habían defendido en el recinto apenas unas horas antes.
La agitada jornada pareció arrojar un claro derrotado: en la sesión del miércoles Roberto Brunengo votó en soledad contra la inciativa que sepultaba la posibilidad que la Universidad realizara estudios y le allanaba el camino a la empresa.
No fue el único que perdió. Con la urgente necesidad de fortalecer e instalar a sus jóvenes figuras pensando en un recambio en 2019, el peronismo desgastó a sus concejales. A unos porque no lograron encolumnar a los rebeldes, y a éstos porque dieron marcha atrás calladitos la boca. Los ganadores volvieron a ser los mismos: Walter Saieg y Facundo Torres Lima.