Esta semana, el Consejo Federal de Educación aprobó un documento en el que apunta a que el ciclo lectivo 2020 continúe el año próximo. No es sorpresivo el planteo si se tiene en cuenta que los estudiantes de las escuelas argentinas ya llevan más tiempo sin pisar los edificios educativos que en ningún otro momento del calendario escolar. El lapso sin asistencia ya alcanza a las vacaciones de verano de los alumnos que no deben rendir ninguna asignatura. Pero las clases siguen: a distancia, por whatsapp, zoom, meet, classroom o como se pueda. Y sin la presencialidad, las diferencias sociales y económicas son las que más se manifiestan: entre el estudiante que no tiene conexión a internet, que solo puede acceder a veces a través del celular de sus padres o el que estudia cómodamente recostado en su cama con la notebook o tablet sobre las rodillas. Derribar esas diferencias sociales y económicas y homogeneizar es la gran tarea de la escuela pública. Más importante aún que enseñar cualquier asignatura.

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Si bien la pandemia es novedosa. No es sorpresiva para la escuela pública la situación de que los estudiantes pasen sin clases tanto tiempo. Aunque sí lo es que se dé en varias asignaturas. Habitualmente, por motivos como maternidad, enfermedades de largo tratamiento, licencias prolongadas por diferentes razones, las horas cátedra son convocadas, pero nadie las toma: no hay un docente con la formación que requiere la vacante; se trata de una escuela a la que pocos quieren ir a trabajar; un profesor toma las horas suplentes y consigue otras titulares al poco tiempo y renuncia a la suplencia… Innumerables son los motivos por los que habitualmente un espacio curricular puede quedar vacante dos, tres o cuatro meses en una escuela. Las estrategias para hacerle frente a la situación están: el profesor titular regresa o el del año siguiente adecúa el programa seleccionando los contenidos prioritarios; se realiza un repaso de lo estudiado y se explica lo no visto. Y la vida continúa.

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En la escuela primaria, primero y segundo grado son considerados una unidad pedagógica, en donde los niños aprenden en los dos años a leer y escribir. En tanto proceso, supone dos niveles de complejidad creciente e integrada de propuestas pedagógico-didácticas. “Los contenidos y aprendizajes no considerados como requisito para la promoción a finales del año lectivo 2020 formarán parte de la planificación del/los año/s subsiguiente/s, atendiendo a los propósitos formativos de cada ciclo” indica el documento “Orientaciones para los procesos de evaluación en el marco de la continuidad pedagógica” aprobado este lunes por el Consejo Federal de Educación.

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En síntesis, la unificación del ciclo lectivo 2020 con el 2021 no implicará una gran novedad en las escuelas. Se trata de continuar el año siguiente aquellos contenidos que por diversos motivos –en este caso una pandemia- no se pudieron enseñar o aprender en un momento determinado. Por ese motivo, la urgencia en la provincia de Córdoba está puesta en los últimos años de cada ciclo, que son los que no tendrán la opción de recuperar tan simplemente los temas en 2021.