La cuarentena destapó una problemática alrededor del alquiler de vientres en Ucrania y la imposibilidad de viajar para las familiar que firmaron un contrato para poder tener un hijo. La cuestión de los vientres de alquiler es un problema de larga data en ese país de Europa del este. La legislación ucraniana les impide a las personas gestantes hacerse cargo del niño o niña ya que el contrato establece que solamente prestarán su cuerpo en alquiler para la gestación.  Una pareja de Villa María permanece en Kiev desde hace dos meses ya que el cierre de fronteras les impidió regresar junto a su hija recién nacida. Una hija de siete años del matrimonio quedó en Córdoba a cuidado de los abuelos.

La isla de la utopía

“Los vuelos de repatriación se están haciendo principalmente en Madrid, España” explicó María Pía Rodríguez a La Voz del Interior, y explicó que: “No llegan a Kiev y las opciones que nos ofrecen no nos sirven con hijos pequeños”.

El pasado jueves 7 de mayo, un vuelo encargado por el gobierno español repatrió a siete parejas ibéricas que estaban varadas luego de ir a buscar a sus hijos, debido a que en España no se permite el alquiler de vientre.

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Pero el mayor problema no es ese, sino el de las parejas que no han podido ir a reunirse con los niños. Esas criaturas están "almacenadas en stock por empresas sin autorización legal de tutela de menores sin que pase nada. Las empresas de vientres de alquiler exponen, sin esconderse, que tienen a los bebés en su poder en hoteles, en casas particulares. Son bebés nacidos durante el confinamiento y cierre de fronteras por el Covid-19 que están sin inscribir en el registro civil y son apátridas", explica al diario Público Berta O. García, consejera de administración en la CIAMS (Coalición Internacional por la Abolición de los Vientres de Alquiler).

Una obra con un final anunciado

"Lo que está ocurriendo en Ucrania por el covid con los bebés tendrán que decir las autoridades ucranianas y las de otras nacionalidades, entre ellas la española, de donde son los clientes que van a Ucrania a surtirse de bebés de vientres de alquiler soslayando la legislación española. También tendrán que decirlo organismos supranacionales de derechos humanos y de la infancia, como ONU y Unicef. Incluso el Parlamento Europeo debería pronunciarse, ya que existe un acuerdo de asociación con Ucrania. Yo sólo me he dedicado a denunciar esta situación de los bebés en Ucrania y también en Georgia durante el coronavirus” afirma Berta García.

El comercio local, con el agua al cuello

Mientras tanto, y en un vacío legal que no les otorga identidad, nacionalidad ni derechos, varios bebés están en un hotel al cuidado de niñeras contratadas por las empresas de gestación subrogada. Por otro lado, las condiciones laborales de las cuidadoras también ha sido denunciada, ya que permanecen treinta días seguidos con los niños, sin poder salir para ver a sus familias y comunicándose con ellas solo por videollamadas.