Por Antonio Octavio Muñoz

37 segundos….solo tan sólo 37 segundos…contemos…1,2,3…37

Le dice la joven….”tan sólo 37 segundos…si hubiesen sido…36….no estaría en esta silla de ruedas”
Reitera la joven…”37 segundos en los cuales no respire y me dejaron así…”
La historia transcurre en un hogar humilde de Japón.
Una madre y su hija discapacitada. Todo un calvario para la joven, que además de tener que recordar con dolor esos 37 segundos, debe soportar a una madre sobreprotectora.
Y no solo eso….en su discapacidad de parálisis cerebral, ella es una eximia dibujante, pero explotada por una escritora que oculta que para hacer sus libros, necesita de la joven discapacitada.
Una imagen la persigue a la joven: un dibujo que su propia imaginación le da vida de un padre que nunca estuvo presente.
En su desesperación rompe con un corset imaginario impuesto por su madre…”tu no te sabes valer por ti misma” le dice su progenitora y ella sale desesperada a la calle en busca de otro mundo, de otras realidades.
Y allí se encuentra con lo inesperado…lo afectivo.
37 Segundos, tal el nombre del filme para ver en Netflix.
Una película llena de ternura….
Una pequeña obrita de arte para ver en días de cuarentena…
Una humilde sugerencia para escapar del encierro….
37 Segundos, nada más, entre la vida y la muerte.