Diario Sumario, Despeñaderos. El recorrido por Despeñaderos ya no es el mismo luego de sus intervenciones. Los cuatro puntos cardinales del pueblo llevan su sello en diferentes paredes de los barrios. El agua, el aire, el fuego y la tierra son algunos de los elementos que tuvieron en cuenta para sus murales, pero lo más importante para ellos es que el arte trascienda, que toque sentidos de la sociedad donde viven. Por eso, el pasado ocho de marzo pintaron una frase de Simone de Beauvoir, junto al colectivo Ni Una Menos, y a principios de año retrataron su interpretación histórica del pueblo, por iniciativa de la Municipalidad, que los convocó a participar de los festejos por el aniversario 116 de Despeñaderos. Se trata del grupo de muralistas del pueblo, que se unieron para visibilizar el arte como una necesidad. En diálogo con Sumario Noticias, Emiliana Calderón y Santiago Guerrero, jóvenes que participaron de este colectivo, proponen el arte como una necesidad que cuestiona formas de vivir. Desde este punto de vista anhelan que se invierta en el rubro y se reconozca esta actividad con más políticas estatales.

Ambos estudian arte en la Universidad Nacional de Córdoba y formaron parte del grupo de muralistas de Despeñaderos, cuando desde el municipio los invitaron a participar con una actividad artística durante los festejos por el aniversario del pueblo, el quince de febrero pasado. En ese momento se les ocurrió realizar un mural en vivo y comenzaron a proyectar el boceto, que implicó un compromiso con la historia de Despeñaderos. Hoy el grupo ya no está en actividad, pero mantienen ese compañerismo que los unió para nuevas oportunidades que se presenten. Si bien ya no se reúnen, Emiliana y Santiago se definen como artistas emergentes que les hizo muy bien juntarse y discutir sobre sus trabajos.

Por el reconocimiento de su arte

En cada uno de los murales realizaron análisis previos a la materialización de la obra, de la que pensaron proyectos con ciertas características. A lo largo de este diálogo insisten por el reconocimiento de su trabajo. “Nuestra mayor complicación es que no tenemos un respaldo económico”, dice Emiliana, y agrega que los murales pueden cambiar la vida del pueblo y sus habitantes. En este sentido, la artista remarca que le gustaría que haya más políticas de estado para la actividad. “Nosotros como artistas necesitamos un reconocimiento”, dice.

Para ellos fue muy gratificante el apoyo que recibieron de vecinos y vecinas, y cuentan que hay un interés de la comunidad frente al tipo de arte que realizan. Por esta razón, explican que, al menos individualmente, seguirán pintando murales e insisten en la necesidad de un financiamiento.

Reconocen el llamado del municipio cuando los contrataron para los primeros murales, por los cuales cobraron sus primeros trabajos y agradecen la ayuda que les brindaron con los materiales para la pintura de cada proyecto. A su vez anhelan que se sigan promoviendo estas actividades: “No es algo que solo nos interpela a nosotros acá en el pueblo, sino que es algo a nivel nacional y es el momento de hacer valer lo nuestro”, dice Emiliana. 

Murales del pueblo

“Nuestro trabajo de pensar con anticipación cada mural tiene que ver no solo con un bonito acabado de obra, sino que trascienda”, dice Santiago y explica que cada trabajo artístico debe interpelar a la sociedad. En relación a este punto definen al arte como una necesidad. “La gente se emociona con los murales y eso nos hace plantear nuestros trabajos desde un compromiso”, dice Emiliana.

Para el aniversario del pueblo, en relación a los íconos que pintaron, se preguntaron por los inicios y por quienes habitaron estas tierras. “Nos propusimos contar un relato sobre lo que nosotros entendemos como pueblo”, dice Santiago. De izquierda a derecha la pared plantea un recorrido. Comienza con el algarrobo, con símbolos comechingones, el fuego, la noche y la luna; luego continúa el hombre figurado en esa criatura que abre las manos trabajando la tierra; sigue con el tren, como una de las grandes cosas que sucedieron en la historia; y, por último, finaliza con las instituciones que caracterizan a la sociedad y el parque del paseo de la vida, como símbolo del presente.

Esta fue la primera experiencia conjunta de todo el grupo de muralistas y no sabían cuánto cobrar por su desempeño. En este sentido, las reuniones que tuvieron les sirvieron para hablar sobre sus experiencias personales y definir aspectos que puedan ser valorados para todos los artistas. “Nosotros vivimos del arte”, dice Emiliana, quien plantea la actividad como algo esencial en la vida cotidiana de las personas. “Tenemos vocación de artistas y buscamos cambiar el mundo”, dice.

Por otra parte, los cuatro murales por el medio ambiente fueron producto de una actividad conjunta con el grupo Scout y Ecodespeñaderos. Se trata de un recorrido por barrios del pueblo que tiene su epicentro en los puntos cardinales: hacia el este, en el Santa Teresita pintaron el fuego, que siempre azota a las sierras; en el Barrio Sur retrataron el aire, por los vientos y tormentas más fuertes que caracterizan a Despeñaderos; para el oeste, en San Rafael, tuvieron en cuenta la tierra, la pampa húmeda; y hacia el norte, camino al balneario y al Rio Xanaes, dibujaron el agua. Con esta actividad pensaron en cuatro murales, pero relacionados entre sí bajo la consigna del día del ambiente.

Entre los proyectos interpeladores, no puede faltar el que pintaron por el 8 M, junto al colectivo Ni una menos. Ese día escribieron una frase de Simone de Beauvoir: “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal", puede leerse sobre una de las paredes que se ve al caminar la calle Arenales. 

Por último, entre los proyectos que tienen pendientes está la propuesta de la Escuela 25 de Mayo, por su 119 aniversario.