Política Por Fernanda Llorente 20 de diciembre de 2024

Francisco: "El negacionismo es venenoso y suicida"

El Canal Orbe 21 -perteneciente al Arzobispado de Buenos Aires- difundió este viernes la entrevista al Papa Francisco. A días de las fiestas de fin de año, el pontífice reflexiona sobre

(Buenos Aires; Canal Orbe 21) El Papa Francisco concedió una entrevista a la periodista Fernanda Llorente pocos días después de realizarse el Sínodo de los Obispos del 2 al 27 de octubre en Roma. En el diálogo que mantuvieron el Santo Padre junto a la comunicadora abordaron diferentes temas vinculados a su pontificado, los conflictos que aquejan al mundo actual, del perdón y de la sinodalidad dentro de la Iglesia entre otros.

Este encuentro es el tercero que se da en los últimos tres años entre Llorente y el Papa Francisco. En un marco de un mundo plagado de conflictos, profundas desigualdades, crisis medioambiental y la tecnología que avanza a pasos agigantados las reflexiones del Papa Francisco en esta entrevista esperan ser un aporte a la construcción del mundo futuro.

Esta pieza audiovisual producida por el Canal Orbe 21 refleja no solo la relevancia del Papa Francisco en el discurso global, como líder mundial, sino que también invita a una reflexión profunda sobre cómo enfrentar las crisis actuales con un enfoque más humano y solidario entre las naciones que componen el mundo.

–Usted ha definido a la guerra como “una derrota humana” que priva de los derechos fundamentales a millones de personas. ¿Es posible construir un reclamo de paz que tome más fuerza y ayude a disminuir conflictos existentes y futuros?

-Me preocupa que los innumerables llamados a la paz de las organizaciones internacionales entren por un oído y salgan por el otro. Hay también una hipocresía de base: hablamos de la paz pero armamos la guerra. No sé si esto lo dije alguna vez, pero uno de los réditos mayores de las inversiones en Europa son las fábricas de armas. Entonces, armamos conferencias y encuentros de paz, pero seguimos fabricando armas para matar.

-Ya desde 2014, usted habla de una “Tercera Guerra Mundial en pedacitos” y la realidad se empeña en confirmarla.  Ha señalado, también,  la paradoja de que la gente muere mientras los negocios que causan violencia y muerte prosperan. ¿Dónde nos conduce esa tendencia?.

-Veo una tendencia universal a la autodestrucción por la guerra. En una época donde el progreso científico y mecánico es tan grande, y cuando uno ve esa tendencia a la autodestrucción y a destruir al otro, a mí me viene pensar en la Torre de Babel. Si este gran universo que hemos fabricado no terminará siendo una Torre de Babel, ¿no?. Pero son ideas nomas que me vienen.

En este momento, las dos guerras en las que más focalizamos son las de  Ucrania y Tierra Santa. Y en ambas hay acciones de guerra criminales que son más de guerrilla que de guerra. Cuando te encontrás con que una mamá con sus dos chicos  pasa por la calle, porque fue a buscar un cosa a su casa y vuelve a la parroquia donde está viviendo y la ametrallan porque sí, no es una guerra, con las reglas normales de una guerra. Es tremendo.

En el caso de Ucrania hay una gran hipocresía. Y a mí me preocupa mucho porque  Ucrania en este momento está mandando al frente  chicos de 20 años. Ocurre que no tienen tantos hombres, en cambio Rusia tiene muchos. Urge un tratados de paz, pero cuando uno habla de paz empiezan a bailar el minué con cosas secundarias.

 -Hoy asistimos a guerras con muchísimas víctimas civiles y  en las que se toleran hechos, antes inadmisibles, en función de cumplir determinados objetivos. ¿ Qué mecanismos están fallando y por qué el reclamo internacional suena tan débil ?

-Yo no sabría decir qué mecanismos en concreto están fallando, pero ciertamente hay una ética personal que falla. Los encuentros que se hacen para lograr la paz son encuentros de intereses. Sí, fallan esos mecanismos.

– ¿Se puede resolver esta situación con Estados cada vez más débiles  y poderes económicos cada vez más fuertes?

-Bueno, el diálogo es importante.  Y, en el caso de Europa, la Unión Europea tiene la capacidad de provocar el diálogo. No debe perder esa independencia porque es lo que, de alguna manera, provoca la unidad dentro y la fortaleza para dialogar afuera. Esas instituciones, que se han debilitado un poco también, todavía tienen esa fuerza para provocar el diálogo.

-Usted es un líder religioso pero también un líder internacional, un  referente indiscutible.  Desde la visión humanista y universal de la Iglesia Católica, ¿cuáles serían las herramientas a los cuales apelar para intentar cambiar el rumbo?

Fundamentalmente el diálogo. Si no hay diálogo no va a haber paz. O sea, dejar el ataque, dejar la destrucción del otro, pararse y dialogar. La paz se hace con el diálogo.

-Más allá de las guerras, vivimos en un mundo polarizado en el que existen líderes que propagan discursos negacionistas o discursos de odio que colaboran poco con el diálogo.  ¿Cómo hacer para no caer en la trampa de una  polarización extrema?

-Bueno, el negacionismo siempre es venenoso. Cuando uno niega una realidad, una historia, una situación concreta, se está pateando en contra. Una situación histórica no resuelta a tiempo es repetitiva de errores anteriores, es una amenaza. El negacionismo es suicida. Solamente la realidad te va a ayudar a encontrar una salida a los conflictos.

Detrás de un conflicto hay una verdad, un reclamo justo o una locura. Entonces, hay que tratar de resolver esa realidad o ese reclamo justo o esa chifladura, pero siempre con el diálogo. El conflicto no se resuelve con la destrucción de una de las partes. No se puede resolver a balazos, que es la manera destructiva de enfrentarlos.  Siempre se supera con el diálogo y hacia arriba. Cuando vos estás en un conflicto, estás en un laberinto y no sabes por dónde salir. Del laberinto solo se sale por arriba. Desde un pequeño conflicto, hasta los grandes conflictos humanos, se resuelven en un plano superior, por sublimación. Eso es clave.

-Usted ha remarcado que frente a situaciones complejas y de difícil resolución se requieren soluciones globales y de largo plazo. ¿Cómo lograrlo? ¿Por dónde empezar?

-Debemos tener en cuenta un principio muy grande: la unidad es siempre superior al conflicto. Entonces, el conflicto tiene que elaborarse de alguna manera hasta lograr una unidad. Con la paz y la guerra sucede lo mismo. Se resuelve y se sale hacia un plano superior. Repito, en momentos de tensión hay cuatro principios fundamentales: la unidad es superior al conflicto, el todo es superior a la parte, la realidad es superior a la idea y el tiempo es superior al espacio. Los problemas humanos se resuelven con estos cuatro parámetros, que no son negacionistas, sino te tiran para arriba y eso siempre ayuda.

-En muchos de los conflictos presentes aparece un nacionalismo extremo, a veces acompañado por fundamentalismos religiosos que promueven la intolerancia y descalifican al otro, ¿no?

-El peligro es cuando alguna religión se transforma en algo así como política de Estado, entonces lo religioso está unido a lo político, eso no ayuda. En los países a los que visité en mi penúltimo viaje este fenómeno no existía, incluso en  Indonesia, que cuenta con una gran mayoría musulmana. Prima el respeto, el diálogo. Persecución religiosa cristiana no encontré en ninguna parte.  Y tampoco la viceversa, de otra religión. Estos países son un ejemplo de convivencia.

-Francisco, varios países no demasiado orgullosos de una parte de sus pasados han pedido disculpas. Usted lo hizo en Canadá, personalmente. ¿Piensa que la disculpa y el perdón ayudan a cerrar  heridas y  son un camino hacia la justicia?

-Sí, siempre que las disculpas sea sincera y no meramente un hecho diplomático. Pero cuando se ve un error,  se dialoga y se piden disculpas es un buen paso hacia la paz, siempre, siempre. En el caso de Canadá, todo el drama de las escuelas que se llevaban a los niños para desindigenalizarlos, ahí fue una gran disculpa que hubo que pedirle a los pueblos indígenas.

Aún en la vida humana, ¿no? Cuando vos te peleás con tu marido siempre tienen que pedirse disculpas, sino no pueden seguir viviendo. Yo les aconsejo  a las parejas, este es un aviso de radio, peléense todo lo que quieran siempre que hagan la paz antes que termine el día. Porque la guerra fría del día siguiente es peligrosa. Esa capacidad de decir esto fue un error, no sigamos con esta guerra. Saber reconocer el error es un acto tan humano, tan humano.

– Pedir perdón requiere admitir y enfrentar los propios errores, ¿Es un acto común o a la gente, a los países, les cuesta hacerlo?

–A todos nos cuesta pedir perdón. Nos da vergüenza. Nos tenemos que acostumbrar y educar a nuestros hijos a que pidan perdón desde chiquitos. Pero razonar: mirá acá te pasaste, esto estuvo bien,  pedile a tu amiguito o amiguita disculpas. Hay que empezar a educarlos en eso, que sepan cuál es  el límite que pasaron. Es una educación que necesitamos. Pedir perdón es humildad. Mirarse con verdad a sí mismo, en las disculpas históricas, en las grandes disculpas personales y en las pequeñas de cada día.

– ¿Cuáles son los principales lineamientos del Sínodo al cual convocó, en un mundo que ha cambiado muchas cosas y al cual usted parece aproximarse desde un tipo distinto de evangelización, más amplia y  mirando mucho al otro?

-El sínodo justamente abarca los problemas de la humanidad y de la Iglesia de hoy, y trata de resolverlos por la línea del diálogo. Es decir, el Sínodo no saca una declaración de fe, sino simplemente  lo que salga de la reflexión de los grupos y de las personas. Eso ayuda mucho porque ya no es la Iglesia de arriba hacia abajo. Ya no son los obispos, el Papa, los curas, las monjas, sino que es la Iglesia de abajo que se expresa y crea comunidad.

Me reuní con las mujeres del sínodo. Hay que ver la madurez de esas mujeres laicas, que eran como 100, cómo expresaban sus ideas, con qué valentía, algo inaudito  hace 40 años. Lo mismo ocurrió con los hombres.  El sínodo es lo que provoca esa Iglesia que camina, donde todos son unidos  y que alcanza su armonía en el cuerpo. La palabra clave de la iglesia sinodal es armonía. Ahora bien, ¿quién hace la armonía en la Iglesia? Es el espíritu santo. San Basilio tiene un libro sobre el espíritu santo y en un momento dice: él es la armonía, el que armoniza todo. A veces, en medio del despiole. Pensemos qué pasó la mañana de Pentecontés, un despiole bárbaro, pero en medio de ese despiole él hizo la armonía, lo cual sería decir, perdonen  la expresión, que una Iglesia buena sería una Iglesia un poco despiolada, pero que busca siempre la armonía. Que escucha a todos.

-¿Escuchar a todos significa, también, caminar con todos ?

-Quiero tocar este tema a propósito porque, a veces, hay mucho “chusmerío” al respecto. Suelen preguntarme sobre la admisión a la Iglesia y yo digo lo que dijo Jesús en el Evangelio: todos, todos, todos. ¿Y los pecadores?  Todos y a arreglar adentro su situación, pero todos adentro. Todos adentro  y adentro que se vaya discerniendo, que todos dialoguen, y por ahí si alguno se coló con mala voluntad, con mala disposición, se lo saca. Una cosa es no dejar entrar y otra cosa es sacar afuera al que ya está adentro y no tiene, como dice el Evangelio,  el traje de bodas puesto.

Todos adentro, todos..

Muchos dicen que la Iglesia debería condenar a este, a aquel. Sí condena la moralidad de las personas, pero las acoge para ayudarlas a caminar. Ninguno de nosotros que estamos dentro de la Iglesia es un santo, todos somos pecadores y la Iglesia nos ayuda a resolver nuestras situaciones deficitarias. No olvidarse de esto: todos, todos adentro.

-Hoy la Iglesia Católica, contrariamente a otras religiones que parecen abrazarse a fundamentalismos, se destaca en su apertura.

-Lo que hace daño a la experiencia religiosa son los dogmatismos, que son ideología, no son un hecho religioso. Me acuerdo de chico, que había un dogmatismo, por decirlo así, que no se podía ir a visitar la casa de los divorciados porque estaban “en pecado mortal”. Curioso. Era un dogmatismo, no? Con los protestantes, por ejemplo, cuando grupos católicos les quemaban sus carpas.

Recuerdo una lección linda de mi abuela. Íbamos por la calle, yo tendría cuatro años, y enfrente venían unas mujeres del Ejército de Salvación que vestían con moños y yo le pregunté: abuela, ¿quiénes son esas mujeres, son monjas? Mi abuela me respondió “no, no, son protestantes pero son buenas”. No lo olvido más, fue una lección de ecumenismo y no condena.

Tenemos que aprender a no enredarnos en nuestras conflictualidades y salir del laberinto por arriba.

-¿Este salir  “por arriba” al que se refería podría ser un volver al humanismo?

-Evidentemente, cuando negás la humanidad, negás incluso lo religioso. Porque no puede haber hecho religioso real si no es de un hombre o de una mujer. A veces el moralismo crudo, el “habriaqueismo” te niega la realidad humana, te niega una de las cosas que es atributo de Dios, te niega la ternura. Una vida sin ternura es invivible. ¿Por qué digo que es atributo de Dios? Dios tiene tres atributos que a mí me gustan, pero son de él: la cercanía, la misericordia y la ternura.

Dios siempre es cercano, Dios siempre es misericordioso y tiene esa misericordia tierna, cariñosa. Dios acaricia. No olvidemos eso. Un humanismo rígido no conoce la proximidad ni la misericordia. Un clericalismo cuadrado en el hecho religioso, se aparta de todo eso.

A los sacerdotes que van a confesar les digo “por favor muchachos, perdonen siempre porque Dios perdona siempre”.  Perdonen todo, porque Dios perdona todo. La confesión no es una sesión de psicoanálisis. Escuchen sin preguntar mucho y perdonen. No torturen a la gente, la confesión es algo para abrazar, para recibir.

-Usted plantea un modelo distinto ante discursos muy rígidos e intolerantes que han captado a muchos jóvenes. ¿Cómo se llega hoy a ellos para que puedan construir otras formas de pensar y actuar?

-Con proximidad, cercanía. No podés ayudar a un joven sin cercanía. La cercanía humana es el dialogo, es escuchar, escuchar mucho. Y en las respuestas darle alternativas creativas, porque el joven necesita ser creativo. Si no, es un tonto. Si un joven no es creativo en la amistad, en la vida social, en el amor poniéndose de novio, si no es creativo en todas esas cosas, es un tonto pobrecito. Ayudarlos en la vida a que sean creativos, y que hagan algo.

No sé si te conté la experiencia de unos jóvenes que trabajaban en las noches de caridad, dándole de comer a los que estaban en la calle. Eran unos atorrantes, pero eso lo hacían con cariño y ahí empezaron su camino de fe. Al joven ponele un desafío y así va a crecer. Si no le ponés un desafío y no lo ayudás a superarlo, va a estar orbitando en la pavada.

-Existe también una batalla cultural que dan algunas fuerzas de ultraderecha que cuestionan, incluso, la doctrina social de la Iglesia.

-El cristianismo no es una ideología, es una vivencia. Es una vivencia que uno va creciendo por el camino que Dios le da a cada uno.  Los jóvenes que van a trabajar solidariamente comparten una vivencia que los va comprometiendo en la vida.

En cambio, hay posturas ideológicas que terminan engendrando monstruos. Cuando ves jóvenes que pertenecen a estas organizaciones más ideológicas que cristianas – de derecha, de izquierda, lo que sea –  son pequeños monstruitos aferrados a la idea, ¿no? Este joven ¿cómo trata a su novio, a su novia, a su esposo, a su esposa?  Con ideas. Ahí ves que hay una deformación en el amor mismo de la persona.

-Hay un valor que parece imponerse en muchos jóvenes frente a otros: el dinero, que nos deshumaniza como sociedad y nos empuja hacia a un individualismo extremo.

-Vos usaste la palabra dinero. Mi abuela decía: “el diablo entra por el bolsillo”, el dinero te corrompe si no lo sabés usar bien. Si no estás comprometido con algo para usarlo bien. Poner la esperanza en el dinero

Te conté la anécdota de mi primo? . Un primo de papá más bien. Era bastante avaro,  riquísimo. No tenía hijos. Vivía con la mujer en un country, tenía toda una manzana. Su mamá estaba enferma, después murió  y los hijos la cuidaban un día cada uno. Le tenían que dar un yogurt a la mañana  y uno a la tarde. Este era tan avaro que le daba medio a la mañana y medio a la tarde. A ese punto llegó. Era famoso por lo avaro, por la avaricia. Y murió. Yo no pude ir, pero fue otra prima. Yo la llamé unos días después y le dije vos fuiste? Si fue un desastre. Qué pasó? No  podían cerrar el cajón. Se quería llevar todo (risas). Ese chiste te hace pensar que no se lleva nada.

En cambio, si lo ganás bien y lo usás bien, te engrandece. La persona generosa, que siempre busca ayudar a otros, tiene el corazón grande.

Hay personas que son generosas a medias. Cuando confieso, y puedo preguntar esto generalmente lo hago: ¿Usted da limosna?.

Suelen decirme que sí. La segunda pregunta: ¿Y usted a la persona que le da limosna la mira a los ojos o le toca la mano? Ay no sé, me contestan y miran para otro lado. Hay que mirar a la persona. Está pidiendo. Hacele una caricia.

-Volviendo a los jóvenes, hoy reaparecen modelos económicos de ajuste que apuntan contra  la  educación y la cultura…

-Hacer ajuste en la educación es un suicidio programado de un país. No se puede hacer ajuste en el desarrollo educativo de un país, es criminal.

A mí me alegra cuando veo, en diversas situaciones, tanta gente que se opone al ajuste, incluso los jóvenes.  Se dan cuenta y se oponen, arman lío, reclaman. Porque la educación es un alimento. Es lo mismo que quitarle la comida a la gente. Es la comida del alma, de la mente, del espíritu.

A veces, en los países un poco dictatoriales, ya sea con dictaduras confesadas o dictaduras encubiertas, la educación es una de las víctimas principales. O te la hacen ideológica para cambiar la cabeza o, en el caso liberal, te la van podando lentamente, ¿no? Y solamente los hijos de los ricos pueden tener un acceso educativo superior.

-En nuestra patria la historia de la educación es muy linda y siempre nuestro pueblo tuvo la percepción, el sentimiento, de que la educación es una de las cosas que no se tocan. La escuela es como un segundo hogar, así nos la presentaban. ¡La maestra!. Mi primer maestra me acompañó y yo la acompañé a ella. Venía al arzobispado hasta que murió a los 98 años.

La universidad también es fundamental, porque el pueblo necesita formar cabeza con una cultura universitaria grande. Y un país tiene que proveer los recursos para que su universidad cree los nuevos cerebros del futuro. En Argentina tenemos buena fama porque ¿cuántos profesionales nuestros son reclamados desde el extranjero?

-En Argentina, por ejemplo,  la educación no sólo ha sido el gran factor de movilidad social ascendente, sino también una idea de construcción de país.

Sí, sí ,sí, totalmente.  La escuela a la mano de todos, una universidad a la mano de todos, es uno de nuestros orgullos. Esperemos que nuestra universidad siga con ese prestigio.

-Desde su extensa trayectoria docente ha hecho hincapié en la importancia de fomentar la lectura y la inclusión de la literatura, la poesía, el arte, en la educación, también sacerdotal, como una apertura mental hacia mundos y horizontes.

-Sobre todo en este caso la literatura. No podemos formar sacerdotes burros, que nunca hayan leído a Dostoyevski (Fiódor), por ejemplo. Que tengan esa base humanística. Como te dije, a mí me espanta que no hayan tenido una formación aunque sea autodidacta en las artes, en literatura, también música, pero en literatura sobre todo.

Tenemos que encontrarle el gusto a la literatura en la formación humana y en la formación sacerdotal. Porque es parte del humanismo de la persona. El cientificismo solo no sirve, te hace buen instrumento, pero instrumento sin corazón.

El Martín Fierro es una obra de arte. Guiraldes (Ricardo) nos presenta obras de primera categoría. Hay grandes literatos que nos pueden ayudar a ir para adelante. Borges (Jorge Luis) es un grande. Ir a lo nuestro y también a lo universal, claro.

-Usted tuvo un discurso maravilloso en el G7  acerca de la inteligencia artificial. La definió “como un instrumento fascinante y tremendo”. ¿Cuáles son las ventajas y cuales los riesgos que enfrentamos?  ¿Le preocupa su avance? 

-A mí me preocupa más la inteligencia natural porque hay cada burro suelto (ríe). La Inteligencia Artificial es un desafío: o lo asumimos o nos comen las hormigas. Hay que asumirlo con criterios humanos. Lo que yo dije en el G7 va en esa línea, es un desafío de hoy. No podemos deshumanizarnos delante de la inteligencia artificial, pero sí tenemos que dialogar humanamente, con una inteligencia artificial capaz de dialogar humanamente. Lo tenemos que hacer.

-Con el 2024 termina el año de la oración y comienza el Jubileo 2025 bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”. ¿Cuál es el espíritu de esta celebración que ya será la segunda de su papado?

-Los jubileos son una práctica antiquísima. Ya en el Antiguo Testamento, pero eran jubileos como Dios manda. En el jubileo había que perdonar todas las deudas. Por eso algunos vivos pedían préstamos dos o tres años antes.

Los jubileos son de renovación total, de perdón. A veces tengo miedo que se asocie al turismo religioso. El jubileo para vivirlo bien tiene que ser desde adentro y, de alguna manera, arreglar un poco las historias personales. En ese aspecto es un momento de perdón, de alegría, de recomposición de tantas cosas personales y sociales.

Un jubileo que se reduzca al turismo no sirve, eso me da miedo. Por eso voy a extender el jubileo a todas las diócesis, que cada persona en su ciudad pueda celebrar el jubileo sin necesidad de desplazarse, aunque  van a viajar muchísimos. Pero lo importante es la capacidad de perdonar, de arreglar tantas historias interiores que uno tiene ahí archivadas y no se anima a desempolvar. Una verdadera conversión de vida. En esto yo los animo, cuando uno tiene un peso interior, o algo así, busque algún buen confesor, de esos que perdonan mucho y arregle bien su situación. Jesús perdona todo. Ese sería el gran lema del jubileo, el Señor perdona. No es venir a hacer turismo.

-¿En nuestras ciudades, qué deberíamos hacer para ser  perdonados?

-Tener ganas de ser perdonado, nada más. Decirle al Señor perdóname. Querer ser perdonados. Si se lo decís delante de un cura que te perdone, te perdona. Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, no se olviden de eso.

-En estos días está publicando dos autobiografías. Una incluso creo se adelantó en su publicación, ¿no?

-Una es Life, un trabajo excelente de Fabio Marchese, acerca de cómo viví ciertos momentos históricos.

La otra, de Carlos Musso, pensaban publicarla después de mi muerte. Pero como no me muero (ríe), tienen miedo de que pierda actualidad y decidieron hacerlo ahora. No sé cómo será.

-Va a tener la posibilidad de leerla y evaluarla. En este sentido, ¿cómo le gustaría ser recordado?

-Cuando estoy en la intimidad me digo una verdad a mí mismo. Me digo que soy un pobre desgraciado al que Dios le tuvo mucha misericordia. Creo que así, con esta verdad, puedo ser recordado muy bien. Si me recuerdan así está bien. Sí, la misericordia de Dios es genial (sonríe).

-¿Usted lo cree en serio ?

Sí, sí, me siento muy chiquito.

-Esperemos primero que pase muchísimo tiempo antes que sea recordado (sonrisas). Creo que su impronta es la de un pontífice muy valiente, que hizo grandes transformaciones y tuvo una gran visión de su época.

-Lo de las transformaciones es verdad, porque había que hacerlas, ¿pero viste que fácil que fue? Porque todos las esperaban. Ahora lo que viene es una mujer prefecta del Dicasterio y adelante. Que las mujeres vayan entrando.

-¿Como imagina, a partir de su obra, la Iglesia en las próximas décadas? 

La iglesia creo que está bien diseñada ya, por la intuición de Dios, por el Espíritu Santo que la guía y  las decisiones que la Iglesia fue tomando. Como decisiones en los Dicasterios, en la organización vaticana. Después la Iglesia diocesana -donde el laicado entra muy adentro-  está bien diseñada, me la imagino creciendo así porque el espíritu la va llevando.

Pensá que antes, podrías imaginarte una parroquia donde mandaba el párroco, nada más. Hoy esa parroquia no puede existir . La parroquia tiene que ser la comunidad que entra en interacción con el párroco buscando camino,  el diálogo es muy importante. A la iglesia la veo siguiendo esta dinámica.

 -¿Qué le diría al pueblo argentino ?

-¡Al gran pueblo Argentino salud! Que sigan luchando, que se defiendan de las ideologías y no se dejen engañar, que luchen por sus derechos.

-Francisco gracias, muchas gracias como siempre por su generosidad y por su tiempo.

Gracias por tu paciencia (sonrie)

A partir del 24 de diciembre y durante todo el Año santo, la esperanza es la brújula que nos señala Francisco para la humanidad y para la Iglesia. Un año en el que el perdón y la justicia deberían ayudar a construir otros horizontes.

En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el Papa Francisco sugiere tres propuestas concretas para 2025: la condonación de la deuda externa, la abolición de la pena de muerte y un fondo mundial para la eliminación definitiva del hambre.

“La paz – nos recuerda- no se alcanza sólo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que habíamos imaginado”

Así es la esperanza, sorprende y abre horizontes, nos hace soñar lo inimaginable, y lo realiza»

La esperanza no defrauda

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