Los acontecimientos que se desarrollan en los Estados Unidos al momento de redactar este artículo (21 horas del 6 de enero) arrojan indudables indicios de que el presidente Donald Trump encabeza un movimiento destinado a impedir la asunción del presidente electo, Joe Biden, el próximo 20 de enero.

La toma del Congreso mientras se aprestaba a certificar el triunfo de Biden tras la segunda vuelta electoral en Georgia, que le otorgó mayoría en el Senado a los demócratas, constituye el mayor incidente desde la Guerra de Secesión, cuando en 1860 un grupo de estados sureños se negó a reconocer la victoria electoral de Abraham Lincoln y abrió paso a una guerra fraticida que se prolongó durante cuatro años.

Durante la jornada de hoy, manifestantes arengados por el propio Trump -quien insistió en sus denuncias de fraude y aseguró que nunca reconocerá el resultado- irrumpieron en el Capitolio ante una policía que virtualmente liberó el ingreso corriendo vallas y permitiiendo la rotura de ventanas por las que ingresaron hordas armadas que tomaron el Congreso. Los guardias de seguridad debieron implementar un operativo de emergencia para evacuar a los legisladores.

Frente al emblemático edificio, los manifestantes agredieron periodistas y quemaron equipos de las cadenas de televisión que habitualmente cubren los acontecimientos del Capitolio.

Todo ocurrió sin la mínima intervención policial, cuya actitud contrastó con la violenta represión que reiteradamente desató contra las manifestaciones que protestaron contra la discriminación racial.

Independientemente del curso que sigan los acontecimientos y el desenlace que tengan, Trump logra iniciar un movimiento de masas propio, al margen del Partido Republicano, prácticamente calcando el movimiento creado por Adolf Hitler en Alemania en la década del 30 del siglo pasado.

Previo a las elecciones, a mediados de septiembre pasado y en el marco de las deliberaciones de la Internacional Progresista, el lingüista y filósofo norteamericano Noam Chomsky, arriesgó que  "en ausencia de una victoria de Trump muy clara hay riesgos inminentes de guerra civil. Son palabras fuertes, que no habíamos escuchado nunca en voces públicas. No lo digo yo; lo dicen otras personas. Mucha gente tiene ese miedo. Nada de este estilo había pasado en la compleja historia de la democracia parlamentaria. La megalomanía que domina el mundo, la de Trump, para él ya no es suficiente. Podría no respetar la Constitución y hacer lo que él llama 'negociar' para un tercer mandato."

Tras su derrota a manos de Biden, Trump presentó cientos de denuncias -sin prueba alguna en todos los casos- de fraude en distintos tribunales de Estados Unidos. Todas fueron rechazadas por diferentes autoridades judiciales.

Coincidiendo con la flamante y sin precedentes victoria política de China -que con su acuerdo comercial con la Unión Europea firmado el pasado 30 de diciembre, logra dividir el frente de "Occidente"- los Estados Unidos se sumergen en una crisis espiralada de imprevisibles consecuencias.