Medio siglo de "comportamiento humano"

EDICIÓN IMPRESA

Sociedad04 de mayo de 2018 Diario Sumario
Por Consuelo Cabral
De nuestra redacción 
 
¿Cómo es posible que una ciudad sea declarada "capital del comportamiento humano”? ¿Acaso significa que los altagracienses son los mejores portados? ¿Existe en el mundo otro lugar con un título semejante?, ¿Quién fue Francisco. Antonio Rizzuto?, ¿Qué pensaría el Che Guevara si supiera que la ciudad donde vivió le rinde homenaje a él, y a la vez, mantiene orgullosa una placa de bronce puesta durante la dictadura de Juan Carlos Onganía? Las preguntas se suceden unas tras otras cuando se desnaturaliza lo naturalizado. Sin embargo, no cuesta nada indagar un poco más para, al menos, desnudar las contradicciones que guarda "la capital del comportamiento humano”.

Para comenzar nada mejor que hablar del artífice de semejante concepto, es decir, de Francisco Antonio Rizzuto, un joven inmigrante italiano que eligió la Argentina para hacer germinar sus ideas. Empresario, periodista, escritor y sociólogo humanista, fundó en 1960 la Liga Pro Comportamiento Humano, una institución sin fines de lucro que tenía como fin promover el respeto y la solidaridad entre las personas. Sin embargo distintos historiadores afirman que la liga que fundó contribuyó con la propaganda de la última dictadura militar creando el siguiente slogan: "Cuando el barco se hunde, las ratas huyen", en clara referencia a Casildo Herrera, un dirigente sindical que al expatriarse dijo ‘Yo me borro’”.

En Alta Gracia la placa fue colocada en 1968 bajo la intendencia de facto de Antonio Abraham, tres años después que Rizzuto, nacido en Calabria, Italia, muriera a los 85 años en Buenos Aires.
Entre los méritos que se le reconocen al Rizzuto homenajeado está la creación de la Agencia de informes comerciales, Veritas, fundada en 1919. La estrategia de Rizzuto fue diferenciarse de las empresas similares ya existentes modelándola, según decía, sobre la base de la verdad, la confianza y el honor. Básicamente, en un contexto de profunda crisis económica lo que hacía era husmear en la capacidad productora de los investigados, consultando en bancos, diarios, y generando un informe casi de inteligencia económica. Una suerte de Veraz de principios del siglo pasado. Además de los informantes, Veritas tenía empleados que revisaban la prensa de todo el país, las revistas mercantiles, industriales y bancarias, y los boletines oficiales y judiciales, para localizar noticias que completaran la información sobre una persona o firma que actuaba en los círculos comerciales del país. En 1931 creó una revista del mismo nombre de la agencia. La publicación fue cerrada durante la segunda presidencia de Perón y volvió al ruedo de la mano del golpe cívico militar en 1955. Se imprimió hasta su cierre en 1985. Sin embargo los conceptos de su fundador siguen circulando en distintos blogs donde se defiende la "vigencia de los valores éticos y espirituales”.

Audino Vagni, tres veces intendente de la ciudad, contó a Sumario, el diario de los viernes que Abraham fue elegido como jefe municipal por el mismísimo Juan Carlos Onganía –dictador entre 1966 y 1970- debido a la amistad que existía entre ambos. "Onganía fue quien personalmente pone a Abraham en el poder. Y si bien Rizzuto no era reconocido por los pobladores de Alta Gracia, Abraham lo rescata y le rinde homenaje en esa placa”.

Además, Vagni explicó que al comenzar su primer mandato una de las decisiones que tomó fue la de retirar la frase que decía "Alta Gracia, capital del comportamiento humano”: "Cuando yo asumí mandé a hacer letras nuevas, para agregarle la frase ‘vida al servicio de una conducta prototipo del aporte inmigratorio italiano al progreso argentino’, porque lo anterior me parecía una total pedantería, además de contar con el condimento de Onganía y el trasfondo de un reconocimiento hecho en plena dictadura”, recordó.

El exintendente radical consideró también que una de las cosas que puede haber influido a la hora de homenajear a una persona prácticamente desconocida para el pueblo altragraciense de aquellos años, fue el libro ‘Historia y evocación de Alta Gracia’, escrito en la década del 50’ por el historiador Miguel Alfredo Rizzuto, cuyo prólogo fue redactado por el entonces diputado nacional Juan Félix Cafferata."Si bien no se trata de la misma persona, uno era un gestor de la cultura y un amante de Alta Gracia y el homenajeado era de Buenos Aires y casi desconocido, es posible que el trabajo del escritor del primer libro de historia de la ciudad haya influido para rendirle tributo al otro. A 50 años de esa placa, considero que debería decir Miguel Alfredo y no Francisco Antonio”.

Para entender el ideario del homenajeado durante la dictadura, es útil dar un rápido repaso por su "Decálogo del gobernante", difundido desde hace varios años por la Liga Pro Comportamiento Humano. Allí destaca valores nobles como el no favoritismo, ni amiguismo, así como también la honradez, pero es inevitable detenerse especialmente en el punto 4. "Proceder con ecuanimidad, juicio sereno y decisión firme en la solución de los problemas que se plantean a su personal consideración y obrar sin flaquezas ni dubitaciones cuando se trate de reprimir la ilegalidad y castigar las violaciones de las prescripciones normativas”.

El homenaje a Rizzuto cumple 50 años. Tiempo suficiente, al menos, para analizar si el tributo impuesto en plena dictadura a través de un decreto sigue siendo ejemplo para las generaciones futuras, o no.

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