


La presente edición de Sumario está dedicada íntegramente a la situación que atraviesa el turismo en el marco de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus Covid 19.

El abordaje de la realidad de “la industria sin chimeneas” se encara desde la perspectiva de la defensa de las actividades que implican el ingreso de recursos económicos en la ciudad y la región, con deliberada intención de favorecer su privilegio frente a aquellas que significan fuga de divisas locales.
Para cualquier vecino de Alta Gracia o el Valle de Paravachasca, pocas cosas deben ser más molestas que un turista. A los visitantes les cuesta orientarse en el tránsito (no habría que culparlos por eso, teniendo en cuenta el trazado de la ciudad), estacionan en doble fila, frenan de golpe cuando encuentran la panadería para comprar las facturas, ocupan todas las mesas de los locales gastronómicos, colman los rincones serranos y balnearios en verano. Y como si fuera poco, algunos comerciantes aumentan los precios sin distinguir a turistas de la vecindad que les compra todo el año.
Sólo la toma de conciencia de que se trata de un beneficio social y colectivo, hace que la gran mayoría de la ciudadanía que no vive del turismo, lo sufra con resignación. En este sentido, cabe preguntarse por la distribución de los beneficios, ya que de poco o nada le sirve a la comunidad que se enriquezca una pequeña parte del empresariado hotelero o gastronómico sin que los beneficios impliquen al menos trabajo registrado. A no olvidarlo, el trabajo digno es la principal fábrica de consumidores y dinamiza al conjunto de la economía local.
Hoy -bajo una inédita situación de emergencia que tiene paralizada a la actividad- parecería no ser el mejor momento para hablar de los beneficios ausentes. Sin embargo, anotarlos en el haber para que los perjuicios no vuelvan a impactar con más fuerza en los eslabones más débiles de la cadena: los numerosos trabajadores precarizados vinculados de muchas maneras diferentes a la actividad.
Los efectos de la pandemia sobre el turismo en Alta Gracia pueden ser -si el conjunto de la comunidad lo aborda- momento para un balance local en un mundo en el que todo estará en discusión.
De lo que no hay dudas es que nada será igual que antes del coronavirus covid-19. Por eso mismo, el debate social también podrá constituir bisagra, planificando colectivamente los modos de producción y los actores involucrados en esta industria, cuando la vacuna lo permita.
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