El Sierras Hotel de Alta Gracia abrió sus puertas el 1° de diciembre de 1908, marcando el inicio de una etapa de esplendor en el turismo oligárquico de la región. Fue el resultado de la visión de Guillermo Franchini, empresario inspirado por sus viajes a la India, donde quedó fascinado por la arquitectura colonial británica. Esta influencia definió el diseño del hotel, concebido para atraer a la élite argentina con un estilo que combinaba la monumentalidad de los edificios europeos con un enclave natural único en las sierras cordobesas.
Franchini eligió la cima de una colina en las afueras de Alta Gracia para construir el hotel, rodeado por un extenso parque diseñado por paisajistas europeos. Este espacio incluía un lago artificial, senderos arbolados y jardines con especies exóticas. El edificio de estilo ecléctico destacaba por su fachada simétrica, columnas y amplias galerías con vistas panorámicas. En su interior, los detalles de lujo eran omnipresentes: mármoles italianos, arañas de cristal de Bohemia, alfombras persas y mobiliario importado de Europa.
El hotel contaba con 130 habitaciones, todas con baño privado, un lujo inusual para la época. A esto se sumaban instalaciones de primer nivel, como un casino, una pileta olímpica, un campo de golf de nueve hoyos, canchas de tenis y un gimnasio. También ofrecía caballerizas y carruajes para explorar los alrededores. Durante las noches, sus salones de baile, con orquestas en vivo, se convertían en el epicentro social de los huéspedes.
La alianza estratégica con el Ferrocarril Central Argentino (FCA) fue clave para su éxito. La empresa ferroviaria promocionaba paquetes turísticos que incluían pasajes en tren desde Buenos Aires hasta Alta Gracia, con paradas en Córdoba. Los servicios de lujo del tren nocturno y la exclusividad del hotel consolidaron a Alta Gracia como un destino predilecto para familias aristocráticas y personalidades destacadas de la época.
Sucesos Argentinos, de la década de 1950, promocionando Alta Gracia.
En el entorno del hotel, surgió la villa Carlos Pellegrini, un barrio residencial diseñado para quienes buscaban establecerse cerca del Sierras Hotel. Las casas de la villa, de estilo europeo, alojaron a familias de la élite porteña y cordobesa que buscaban en el clima serrano un refugio frente a las enfermedades urbanas y un espacio para el esparcimiento.
Entre los visitantes del Sierras Hotel se cuentan figuras como John F. Kennedy, quien se hospedó allí antes de asumir la presidencia de Estados Unidos, y Giovanni Gronchi, presidente de Italia. En sus salones se celebraron reuniones diplomáticas y encuentros políticos que involucraron a mandatarios argentinos como Hipólito Yrigoyen, Agustín P. Justo, Juan Domingo Perón y Arturo Illia. También fue refugio para artistas y escritores que buscaban inspiración en el paisaje serrano.
Paralelamente, el hotel dividó a la villa geográfica y socialmente: mientras las familias más adineradas se instalaron en "el alto" -donde construyeron espléndidas viviendas con vistas a las sierras- quienes generalmente no tenían otra fuente de ingresos que trabajar para esas familias, fueron habitando "el bajo".
La tuberculosis, flagelo de la época, fue convirtiendo a Alta Gracia en una suerte de hospital de lujo para la oligarquía porteña, que traía a sus enfermos buscando la recuperación en el clima seco y el aire puro de aquellos años,
El declive del Sierras Hotel comenzó a mediados del siglo XX. El descubrimiento de la penicilina -cura para la tuberculosis-, la inauguración de nuevas rutas y la llegada del turismo masivo promovido por el peronismo, disminuyeron el atractivo de los trenes de lujo. Además, la construcción de grandes hoteles en otras ciudades y el desarrollo industrial en Alta Gracia modificaron el perfil de la región. En 1986, el hotel cerró sus puertas tras años de crisis económica y abandono, quedando como un símbolo del esplendor perdido.
En 2006, una inversión privada permitió la reapertura del edificio como Sierras Hotel & Casino Howard Johnson. Aunque alguna parte de la estructura original fue remodelada para adaptarse a las nuevas demandas, el hotel recuperó parte de su antiguo protagonismo. Hoy en día, el Sierras Hotel sigue siendo un ícono histórico, no solo por su arquitectura y su pasado de lujo, sino también como testimonio de una época en la que Alta Gracia fue el centro del turismo exclusivo en Argentina.
El Sierras Hotel refleja los cambios en la historia social y económica del país, desde su fundación como símbolo de una oligarquía que buscaba emular el estilo europeo, hasta su transformación en un espacio turístico contemporáneo.
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