El abrupto desplazamiento de Iván Poletta de la ahora extinta Secretaría de Gobierno de la Municipalidad de Alta Gracia, constituyó un llamativo movimiento político a días de las elecciones legislativas del próximo domingo.

Marcos Torres Lima reorganizó su gabinete proyectando la segunda mitad de su gobierno, a la que pretende imprimirle el sello de una catarata de realizaciones. Aunque -obligado por la crudeza de la realidad- a la hora de diseñar la estrategia del segundo tiempo, se pareció mucho a un director técnico que cuando mira el banco de suplentes le dan ganas de calzarse los botines para salir a la cancha.

El Intendente ha demostrado ya en varias ocasiones su determinación para insistir con los objetivos que se propone, por un lado, y manejo de los tiempos, por el otro. Ninguna de esas características garantiza el éxito por sí mismo, pero suelen ayudar.

“La Secretaría de Gobierno no es necesaria en esta etapa”, sostuvo el jefe del gobierno local, a la hora de explicar la eyección de Poletta hacia el Concejo Deliberante. Y si bien Torres Lima elogió al funcionario que estaba desplazando en la víspera de su cumpleaños, la enumeración de los supuestos aciertos no se correspondió con la cartera política. Eso sí, al día siguiente viralizó un saludo cumpleañero que quizá buscó quitarle connotaciones personales a la decisión.

A la hora de evaluar la necesidad de la desaparecida Secretaría de Gobierno, en el círculo íntimo del Intendente admiten que el perfil de Poletta estaba lejos de cubrir las tareas políticas de la gestión. De allí que, como el mencionado ejemplo del DT que cierra los ojos cuando mira al banco de suplentes, Torres Lima se calzó los botines.

Una vieja máxima de la política indica que un gobierno debe constituirse de modo que, ante una eventual crisis, pueda cronicarse como un accidente con el siguiente saldo: “Director muerto, Secretario herido… Intendente, ileso”.

La apuesta de Torres Lima responde a su estilo de todo o nada y no deja de ser audaz.

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