Memoria: el día que Nora Cortiñas señalizó el Refugio Libertad
Madre de Gustavo Cortiñas, desaparecido en 1977, Norita es un faro de la lucha por los derechos humanos en Argentina. Desde SN se la recuerda presente en las calles y recientemente cuando participó de la señalización del ex Batallón 141 como ex centro clandestino de detención.
(SN; con información de Página/12) Este jueves se conoció la noticia del fallecimiento de Nora Cortiñas, Norita, la madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora considerada la “Madre de todas las batallas”, esa mujer incansable que hasta sus últimos días encabezaba cada una de las movilizaciones en busca de memoria, verdad y justicia, siempre con la imagen de su hijo Gustavo en su pecho y el pañuelo blanco sobre su cabello.
Su lucha por los derechos humanos es un faro para toda la ciudadanía argentina. Sin ir más lejos, hace tan solo cuatro años, SN estuvo presente en el ex Batallón 141 de José de la Quintana, donde Norita participó de la señalización del Refugio Libertad como ex centro clandestino de detención durante la última dictadura cívico-militar.
Nora Irma Morales nació el 22 de marzo de 1930. Hija de una familia de españoles, desde pequeña vivió en el barrio porteño de Monserrat. A sus 19 años se casó con Carlos Cortiñas, con quien tuvo dos hijos, Gustavo y Marcelo. Norita era costurera y daba clases y su marido trabajaba en el Ministerio de Economía.
Su hijo mayor, Gustavo, militaba en la Juventud Peronista en la villa 31 de Retiro, junto al Padre Carlos Mugica. Con el Golpe de Estado en 1976, precisamente un año más tarde, Gustavo fue secuestrado en la estación de trenes de Castelar y Nora salió a buscarlo. Llegó por primera vez a la Plaza de Mayo en mayo de 1977 y nunca la abandonó.
Presente en Refugio Libertad
El 10 de marzo de 2020, Norita estuvo en el Refugio Libertad y allí SN puedo retratarla. Frente a un auditorio de alrededor de un centenar de personas, Cortiñas relató el inicio de la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. “Hoy estamos en este espacio que me conmueve de pensar qué pasó por acá. Cuánta gente pasó por acá. A cuanta gente le mataron los ideales, los sueños. Pienso que cuando se recupera el espacio, le ponemos vida, los niños que juegan… es decir le robamos al terror para hacerlo esto para vivir otras generaciones” explicó y recordó que si bien es la primera vez que visita el ex Batallón 141, en Córdoba ya estuvo en otras oportunidades en La Perla y en el D2.
No pensábamos nosotras hace cuarenta años que el Terrorismo de Estado era tan tremendo que algún día íbamos a tener un poco de justicia. Siempre digo que el éxito en esa lucha hubiera sido abrazarnos con nuestros hijos e hijas. Todo lo demás que tuvimos son logros de la lucha, de salir a la calle, de tener la ilusión. Pero el éxito hubiera sido encontrarlos, abrazarlos, verlos crecer con sus hijos, con sus nietos” dijo en aquel entonces. Los juicios le llevaron “un poco de Justicia”, pero aún no sabe qué ocurrió con su hijo Gustavo. No sabe cómo fueron sus últimos momentos de vida. No tiene restos a los que rendirle ningún tipo de culto. “Estamos peleando para que se abran los archivos. Nos dicen que no hay archivos. Pero sí hay. Los militares no destrozan todo después de una dictadura cruel como tuvimos. Se reservan algo por si alguna vez tienen que salir a la calle y tienen que matarnos. Si los jueces revisaran las adopciones que dieron, se sabría qué familias tienen a los nietos. Hay mucho para hacer todavía” sentenció. Y sin embargo, sabe que cuando eso acabe, siempre habrá algo más. Porque las vueltas del caminar, para ella, nunca terminan. “Si yo ya logré justicia para mí, entonces tengo que salir a buscarla para los otros. Yo ya voy a cumplir noventa años, pero no me puedo quedar en mi casa un día que hay una marcha porque me levanté cansada o quise hacer algo en mi casa”, dijo.
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