Industria textil pierde 1.500 empleos al mes en medio de la competencia internacional

Las importaciones récord por courier golpean a las fábricas locales y desplazan progresivamente al comercio tradicional argentino.

16 de septiembre de 2025 SN
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En los últimos meses, el paisaje comercial argentino ha experimentado un cambio que muchos analistas definen como histórico. Las calles, los shoppings y, sobre todo, las plataformas digitales han comenzado a reflejar un fenómeno que hasta hace poco parecía lejano: la consolidación de un consumo masivo de productos importados, especialmente provenientes de China, que atraviesa todos los rubros, desde tecnología hasta indumentaria y calzado. Lo que hace apenas un año era marginal, hoy se convirtió en una tendencia que redefine hábitos de compra, desafía a la industria nacional y obliga a repensar la regulación del comercio exterior.

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El auge del ecommerce potenció aún más este fenómeno, debido a la comodidad de comprar desde casa, combinada con envíos rápidos y ofertas agresivas de gigantes internacionales, consolidó un nuevo hábito de consumo que desplaza progresivamente al comercio tradicional y obliga a los negocios locales a adaptarse con ventas online, promociones digitales y estrategias de fidelización que compitan con la inmediatez y los precios de estas plataformas complementado además con opciones de financiamiento y crédito.

Desde fines de 2024, la flexibilización del régimen courier y varias medidas regulatorias permitieron el ingreso masivo de paquetes. El tope por envío se elevó a 3.000 dólares y 50 kilos y las compras de hasta 400 dólares quedaron exentas de derechos de importación y tasa estadística, pagando únicamente IVA. El efecto fue inmediato y según el INDEC, las importaciones por servicios postales alcanzaron en julio un récord de US$93,7 millones, frente a US$19,2 millones en el mismo mes de 2024, un incremento cercano al 39%. De esta forma, en los primeros meses de 2025 ya se observaban duplicaciones en la cantidad y el valor de envíos recibidos por courier.

El protagonismo corresponde a Shein y Temu, que desplazan incluso a gigantes tradicionales como Amazon y Mercado Libre en ciertos rubros. Estas plataformas concentran cerca del 80% de las ventas de indumentaria que ingresan por courier; Temu, por ejemplo, mueve alrededor de 300.000 paquetes por mes hacia Argentina. La propuesta de valor para el comprador es simple, con precios muy por debajo de los locales, mayor variedad y renovación constante de modelos. 

Y es que el efecto sobre la industria nacional es evidente. La Cámara Argentina de la Indumentaria (CIAI) reporta que la producción local pierde aproximadamente 1.500 puestos de trabajo por mes. Por su parte, la Fundación ProTejer indica que la mitad de las empresas del sector presentó una caída promedio de ventas del 7% en el segundo trimestre de 2025 frente al mismo período de 2024. En los últimos dos años, ocho de cada diez empresas sufrieron retrocesos cercanos al 30%.

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La situación se agrava por la creciente participación de indumentaria importada. Datos de ProTejer revelan que, casi siete de cada diez prendas vendidas en Argentina son extranjeras, cifra que asciende al 75% en shoppings y centros comerciales. La competitividad local se ve erosionada no solo por la diferencia de precios, sino también por la velocidad del modelo extranjero, ya que confeccionar una prenda en Argentina puede demandar semanas y las fábricas chinas vinculadas a Shein y Temu producen y lanzan nuevas colecciones en días.

El impacto no se limita a la economía. El modelo de producción masiva genera preocupaciones ambientales y sociales. La ONU estima que el sector moda es responsable del 8% al 10% de las emisiones globales de CO2, superando incluso al transporte marítimo y aéreo juntos. En Shein, las emisiones de producción pasaron de 7,49 millones de toneladas en 2023 a 8,52 millones en 2024, mientras que se calcula que el 60% de sus productos se descarta en menos de un año y solo el 6% es reciclable. Por estas razones, países como Francia han impuesto impuestos ecológicos, restricciones publicitarias y etiquetado obligatorio sobre la huella ambiental de las prendas.

En la región, otros mercados reaccionan de manera similar. Brasil y México aplican gravámenes del 20% sobre compras menores del exterior, y algunas plataformas fabrican localmente para cumplir regulaciones. En Argentina, en cambio, no existen barreras comparables, lo que hace al país muy permeable a la moda rápida extranjera. 

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Ante esta dinámica, la industria local busca adaptarse mediante estrategias de precios y promociones. Varias marcas lanzan descuentos de hasta 40% para atraer compradores; sin embargo, los costos operativos —alquileres, salarios y servicios— limitan la capacidad de respuesta frente a competidores que producen en masa con costos unitarios reducidos. 

Medidas locales frente a este panorama

Frente al imparable crecimiento de las plataformas de “ultra fast fashion”, el sector textil argentino comenzó a buscar respuestas coordinadas a nivel regional. Las cámaras de indumentaria de Argentina, Brasil y México trabajan en conjunto para presentar una ley que replique la normativa francesa dirigida a estas compañías, con el objetivo de proteger a la industria local y garantizar la seguridad de los consumidores. La propuesta busca que las prendas importadas por estas plataformas cumplan estándares de producción similares a los exigidos a la industria doméstica, incluyendo controles ambientales y de toxicidad de los insumos utilizados.

Uno de los puntos centrales de la iniciativa es establecer un período de verificación para las prendas importadas, controladas inicialmente por la ANMAT, que asegure que no contengan sustancias tóxicas ni generen contaminación ambiental. Los riesgos no son hipotéticos, por ejemplo, Corea del Sur detectó en ropa infantil de estas plataformas niveles de cadmio y plomo hasta 622 veces superiores a los límites legales. Una vez superadas estas instancias de control, los productos quedarían sujetos a los aranceles e impuestos vigentes en Argentina, como IVA e Ingresos Brutos, equiparando las condiciones con las que enfrenta la producción local.

A nivel nacional, el Gobierno también ejecutó medidas para equilibrar la competencia y fomentar la reducción de precios locales, tradicionalmente más altos que en países de la región. El Decreto 236/2025 redujo los aranceles de importación de ropa y calzado del 35% al 20%, las telas del 26% al 18% y los hilados entre 12% y 16%, volviendo a niveles previos a 2007. Según la Secretaría de Comercio, estas decisiones buscan acercar los precios locales a los de mercados limítrofes como Uruguay y Paraguay y generar mayor competencia en un sector considerado estratégico.

No obstante, las respuestas del sector industrial no se hicieron esperar. La Unión Industrial Argentina señaló que estas medidas podrían profundizar la desigualdad de condiciones frente a las importaciones, dado que los niveles de presión fiscal, informalidad y costos laborales dificultan la competitividad interna. Los industriales advierten que la rebaja de aranceles, aunque presentada como un intento de reducir precios, no se refleja de manera significativa en la inflación local del rubro. De hecho, en los primeros meses de 2025, la indumentaria nacional aumentó apenas 1% en promedio, en tanto productos importados continúan ingresando a precios irrisorios gracias a la estructura de costos asiática.

La CIAI fue aún más crítica, calificando la medida como un “industricidio” que amenaza con destruir miles de empleos y quebrar cientos de industrias en toda la cadena textil. En Argentina, la cadena de valor de indumentaria emplea a más de 539.000 personas, de las cuales 290.000 corresponden a los eslabones industriales. Para la cámara, la liberalización de importaciones sin regulaciones equivalentes a nivel ambiental y de seguridad consolida la competencia desleal de productos baratos que, además, poseen estándares de calidad cuestionables.

El desafío, entonces, combina lo económico con lo social y ambiental, equilibrando un mercado abierto que ofrece precios bajos con la necesidad de preservar empleos, industria nacional y condiciones seguras para los consumidores. La propuesta regional de una ley anti Shein y Temu se perfila como una de las iniciativas más relevantes para intentar frenar el impacto de la moda rápida y garantizar que la apertura comercial no se traduzca en un perjuicio estructural para la economía local. Mientras tanto, la discusión entre el gobierno, los industriales y los legisladores continúa, en busca de un equilibrio que permita disfrutar de las ventajas del comercio internacional sin sacrificar la sostenibilidad de la industria argentina.


Fuente: Pórtico 8

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