Con pronóstico reservado

Editoriales06 de noviembre de 2015 Diario Sumario
Sin organicidad ni organización; sin dirigentes ni referentes; sin más recursos que la voluntad, desde días después de las elecciones, cientos de miles de argentinos se lanzaron a trabajar para evitar el ascenso de la derecha al gobierno de la república. Y aunque se trata de personas politizadas, no son militantes y la mayoría ni siquiera está afiliada a partido o agrupación alguna. Surgieron espontáneamente no para apoyar al candidato oficialista Daniel Scioli –a quien también miran con justificado recelo- sino que se unen para evitar que gane Mauricio Macri. Se expresan en las redes sociales, forman grupos, visitan a sus vecinos y apuntan con claridad a dar vuelta los votos del resto de los candidatos, e incluso a muchos que votaron a PRO por bronca con el gobierno, y que hoy advierten que su propio voto los puso en peligro. El feroz aumento de tasas y del transporte público en la Córdoba de Ramón Javier Mestre y los tarifazos que esperan el voto macrista en la Legislatura porteña son esgrimidas como confirmaciones de las políticas de ajuste que vienen de la mano de Cambiemos. En tanto, distintas organizaciones de pequeños empresarios ya advirtieron la necesidad de cambiar y mejorar apoyándose en lo conseguido. En tal sentido, la prometida liberación del tipo de cambio, la devaluación y la apertura a la importación aparecen como el futuro tan temido por sus conocidas consecuencias de pérdida del salario real y pérdida masiva de puestos de trabajo.Un paperEn la Casa Rosada cuentan con un pormenorizado informe elaborado a 19 días del balotaje del próximo 22 de noviembre por técnicos cercanos al Gobierno Nacional. Allí se da cuenta de la increíble paridad que se presenta de cara a esos comicios fundamentales. Se trata de una foto de la película en constante movimiento en un escenario caracterizado por la volatilidad del voto de amplios sectores. El trabajo analiza cuantitativamente el resultado del 25 de octubre y la proyección del traslado hacia Daniel Scioli y MaurcioMacri de los votos obtenidos por Sergio Massa, Nicolás Del Caño, Margarita Stolbizer y Alberto Rodríguez Saa. Allí, el cálculo más pesimista –que no contempla los votos en blanco- le otorga una exigua ventaja al candidato del Frente Para La Victoria, en tanto con la estimación más optimista esa ventaja no supera el margen de error de cualquier trabajo muestral. De mantenerse tal perspectiva, el próximo 22 de noviembre los argentinos se irán a dormir sin saber quién gobernará el país a partir del 10 de diciembre. No es lo más grave: semejante paridad profundizará el enfrentamiento y pondría al país al borde de la inestabilidad política. Sobran ejemplos en el mundo, el país, la provincia y hasta en Alta Gracia de turbulencias desatadas en medio de resultados electorales ajustados. En 1999 el radical Mario Bonfigli y el justicialista Nolberto Gutiérrez se declararon ganadores de las elecciones municipales, en unos comicios que tuvieron en vilo a los vecinos durante más de dos semanas y culminaron con la escandalosa anulación de más de 2.400 votos, casi el 12 por ciento del padrón de aquel entonces. En 2000, el gobernador de Florida Jeff Bush consumó un fraude electoral eliminando a 91.000 ciudadanos afroamericanos del padrón, con lo que su hermano George W. derrotó al demócrata Al Gore en las presidenciales de los Estados Unidos por menos de 500 votos. En 2007, Juan Schiaretti se impuso por el 1.08% sobre Luis Juez, en un resultado al que se arribó 46 días después de los comicios. Son apenas algunos ejemplos –entre muchos más- de escándalos asociados a resultados electorales ajustados. En el trabajo mencionado, el kirchnerismo evalúa el 8,4% de incidencia que Córdoba ejerce sobre el total nacional y describe una mayor propensión sindical y de dirigentes territoriales que apoyaron a Massa que optarán por Scioli, aunque mantiene la incógnita sobre el movimiento de sus electores. En las conclusiones se destaca la necesidad de empatar en la Provincia de Buenos Aires y obtener diferencias importantes en 18 distritos más chicos. Tal apreciación parece ser compartida por el macrismo, que profundizó la campaña en el interior desde la comodidad de saberse ganador en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y tal vez Santa Fe. En el peronismo cordobés el estado deliberativo es total. Tal como lo señala el informe que circula en Balcarce 50 de la Capital Federal, una importante mayoría de dirigentes del delasotismo trabajan solapadamente en favor de las chances de Daniel Scioli, en tanto cada vez son más los sectores que se expresan públicamente por esa opción, sobre todo, los sindicales. Con menos suerte corren quienes –en virtud de sus tradiciones populares- hacen lo propio puertas adentro del radicalismo de Córdoba. La tentación por retornar a los pasillos oficiales actúa como amnésico a la hora de recordar experiencias fallidas y seduce en la creencia que la estructura de l UCR condicionará al eventual gobierno de Macri. "De última, en dos años estaremos nuevamente en la oposición, pero sacamos del gobierno al peronismo”, confió un dirigente radical que viaja muy seguido a Buenos Aires.
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