HORÓSCOPO. La influencia de los astros en la vida y el destino de las personas.
“Te va a doler”. “Quería abrazarlo apenas nació, pero se lo llevaron”. “Yo no quería parir acostada, pero me obligaron”. “No me dejaron hacerme cesárea porque soy joven”. “Acá el que sabe es el doctor. Tenés que confiar en tu obstetra”.
Las expectativas e ideales con las que una persona gestante ingresa a la sala de parto se enfrentan y entran en conflicto con miradas, formas y prácticas que a lo largo del tiempo se han llevado a cabo en gran parte de los centros de salud en Argentina. A esas expectativas e ideales, se suma el miedo a lo desconocido, la incertidumbre y la vulnerabilidad de -en la mayoría de los casos- no contar con la información completa y adecuada que incluyen un abanico de cuestiones que van desde los derechos a la hora de parir hasta los primeros cuidados del recién nacido.
Desde 2004, se encuentra en vigencia la Ley Nacional 25.929 de Parto Humanizado, que en su artículo 2º establece que “toda mujer, en relación con el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el postparto, tiene derecho a ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pudieren tener lugar durante esos procesos”; “a ser tratada con respeto”; “que se tengan en consideración sus pautas culturales”; “al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer”. Sin embargo, muchos de estos preceptos no son tenidos en cuenta en la sala de parto.
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Información suministrada por el Servicio Meteorológico Nacional.
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