A unos seis meses de las elecciones municipales y sin campaña electoral formalmente lanzada, las primeras señales preanuncian una pelea virulenta por el gobierno de Alta Gracia.
Opinión05 de marzo de 2023
Jorge Conalbi Anzorena
(Alta Gracia; SN) En algún fin de semana de setiembre, los altagracieses concurrirán a las urnas para elegir autoridades municipales. A esa altura, ya se sabrá quién gobernará Córdoba hasta 2027, las Paso (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) ya habrán definido las candidaturas presidenciales y la campaña electoral nacional estará en su clímax con vistas a la primera vuelta de octubre. Ese es parte del condicionado teatro de operaciones en que se librará la batalla de Alta Gracia.
Hasta ahora, las postulaciones locales están claramente insinuadas, pero de ningún modo confirmadas. Lo que sí se puede aventurar es que la campaña electoral ya comenzó y que los ataques entre los aspirantes a quedarse con el gobierno local serán violentísimos.
La oposición -que aún no tiene candidato y no cuenta con liderazgos determinantes- ata su definición a la indefinición provincial. Hasta ahora sin posibilidad de enfrentar al oficialismo con una propuesta alternativa -porque para tenerla necesita un acuerdo programático entre las fuerzas de la coalición y no lo tiene- sólo le queda el arma de la crítica despiadada que, por sistemática, corre el peligro de rayar en el ridículo.
En las últimos meses, los ataques opositores recrudecieron y ni siquiera se tomaron vacaciones. En la inauguración del período de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante el Intendente respondió al fuego con munición gruesa, en una réplica virulenta claramente dirigida a arengar y motivar a la propia tropa. De hecho, se trató de la parte del discurso más comentado y celebrado por su espacio político.
El gobierno cuenta, por un lado, con una gestión valorada por los vecinos y vecinas de la ciudad. Pero por otra parte, navega entre el cálculo de los efectos que causará uno y otro resultado de la elección provincial y el cúmulo de temores y aspiraciones individuales del nutrido grupo de dirigentes y funcionarios que responde a Marcos o Facundo Torres Lima, incluidas las fricciones "de estilo" en la sociedad política de los hermanos.
Además, tres son los flancos de conflictos abiertos al interior del peronismo: el espacio que demanda Pablo Ortiz en el próximo armado de listas, la pelea con el único tribuno de cuentas del oficialismo, Diego Barrientos, y la embestida de Walter Saieg. En los dos primeros casos, en el gobierno confían en que finalmente la sangre no llegará al río.
Guerra de guerrillas
El caso de Saieg es diferente. Se trata de un enfrentamiento que se presenta como irreconciliable en el que la peligrosidad del legislador radica en que no busca ganar la elección, sino que trabaja para hacer perder a los hermanos Torres Lima.
Ahora con partido propio, Saieg busca restarle caudal electoral al oficialismo cargando en su carro a peronistas heridos, enojados o apenas molestos por sentirse postergados.
Además, la estrategia comunicacional del exintendente se confeccionó apostando a confundir a desprevenidos sectores que seguramente optarían por la continuidad del gobierno: en estos días, no han sido pocos quienes ya asumieron como propiedad del torrismo la publicidad en redes sociales que en realidad pertenece al partido del exministro de José de la Sota.
A esta altura, el apoyo que Saieg le brindó al radical Leandro Morer en la elección de 2019 dejó se ser una denuncia del torrismo para transformarse en una certeza. Lo reconocieron en el radicalismo destacando que en aquella ocasión "Walter cumplió (aportando) los 2.800 votos prometidos", según admitió tiempo atrás una calificada fuente de la UCR. Y hoy, hasta en el entorno del legislador, evalúan que si con aquella militancia escondida proporcionaron cerca de tres mil votos, mucho más obtendrán con una campaña a cara descubierta. Eso sí -y aquí radica la debilidad del plan- esa estrategia demanda excluyentemente que Walter Saieg encabece la boleta.
"Me cuesta creer que realmente Walter vaya a ser candidato" -razonó un estrecho colaborador del Intendente- "sabe que va a salir tercero y eso sería un golpe muy duro para él", completó la fuente y agregó: "Y si para entonces Martín (Llaryora) ya es gobernador electo, podría haber un lugarcito para Walter en la Provincia a cambio de que no sea candidato en Alta Gracia".
Quien sí cree que esa candidatura estará en el cuarto oscuro es el Intendente. Y se prepara para la confrontación.
Sin anestesia
Como un adelanto de la belicosidad que el año electoral promete, el pasado viernes 3 el exjefe de campaña de Morer en 2019 vino hasta Alta Gracia y resucitó la siembra de sospechas sobre el resultado de aquella elección: "En Alta Gracia pasaron cosas muy raras en la última elección y que no pasaron en ningún lado, como que gane el tribunal de cuentas de un partido y el intendente de otro. Yo creo que en 2019 ganamos la elección, pero ya está, veremos qué pasa en el 2023", dijo Orlando Arduh. Y remató: "Quiero la revancha y volver a ser jefe de campaña de Morer Intendente", remarcó. Es que el exconcejal radical viene dando señales de su intención de competir por la banca departamental en las elecciones provinciales.
El presidente de la bancada de Juntos Por El Cambio en la Legislatura llegó a la ciudad invitado a la edición inaugural de "2023 Travesía Electoral" (viernes de 9 a 13, en Siempre Radio 93.3 FM) para explicar los alcances de su proyecto que habilitaría la re-reelección en localidades de hasta 10 mil habitantes, pero obviamente, en la entrevista se explayó con críticas a la conducción de su partido y a la dirigencia de Juntos Por El Cambio por la indefinida situación provincial de la coalición.
Blitzkrieg
El plan del gobierno comenzó con la eliminación de las Paso municipales en noviembre de 2021. De ese modo, a la hora de optar, la ciudadanía contará con muchas opciones, tal vez mayor que a todas las elecciones anteriores. Algunas de ellas, probablemente secretamente impulsadas por el oficialismo. Se sabe, cuanto más opositores entren en la cancha, más chances tiene el gobierno.
Y el pasado 1° de marzo, desde el escenario del Cine Teatro Monumental Sierras, el Intendente exhibió los pertrechos con que marchará hacia el combate electoral: obras de alto impacto en barrios como La Perla, Córdoba, Paravachasca y Parque San Juan; 105 millones de pesos en microcréditos blandísimos para sectores más postergados (destinados a emprendimientos, refacciones edilicias y reformas en viviendas de personas con discapacidad), por un lado. Y por otra parte, obras de innegable visibilidad pública, como la remodelación de la Avenida del Libertador y políticas locales de Seguridad, tal la puesta en marcha de una Guardia Urbana.
Marcos Torres Lima se ocupó -en una intervención muy cuidada- de intentar dar una respuesta a cada sector, a cada demanda y a cada hipótesis de conflicto. Incluso trató de anticiparse a las críticas que sabía que llegarían ante el nuevo anuncio de la inminencia de la inauguración del Parque Pyme y el Parque Industrial.
El jefe del gobierno local dejó de defenderse y pasó a la ofensiva. Se esforzará por contener al peronismo que le tironean internamente, sin dejar de disputarle los sectores medios y altos a Juntos Por El Cambio.
A unos seis meses de las elecciones municipales, los principales protagonistas anticiparon que dispararán con todo lo que tengan a mano.
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