
El argentino no pudo completar la sesión por fallas en su auto. Este domingo buscará sumar sus primeros puntos en la F1 en un circuito que ya conoce bien.
El 25 de octubre de 1997, El Diego, Barrilete Cósmico, jugaba su último partido como profesional. Fue con su camiseta del corazón, esa que lleva tatuada en su eternidad y le recuerda al beso de La Tota, nada mas y nada menos que en un superclásico.
Deportes25 de octubre de 2024(SN; deportes) "Muchachos, yo no sé ustedes, pero a mí, para sacarme los puntos estos hijos de puta, me van a tener que matar. Me van a tener que sacar la vida ¿Entendieron lo que les digo? Vamos a poner los huevos, carajo. ¡Vamos!", la cita le corresponde a un tal Diego Armando Maradona, quien hace 27 años pronunciaba estas palabras ante sus compañeros en el túnel del estadio Antonio Vespucio Liberti, donde jugaba su último partido como profesional nada mas y nada menos que en un superclásico. Él, con la diez en la espalda inmortalizada en esa camiseta azul y oro, desplegó la zurda por última vez y cerró su carrera como el mejor de la historia.
Aquella semana previa, el Diego habló con el entonces entrenador xeneize Héctor Bambino Veira, quien le confirmó su presencia en la cancha. Excéntrico, como siempre, Maradona llegaba a los entrenamientos de una manera muy particular. Recordada es esa imagen del diez conduciendo un camión Scania en el ingreso a Casa Amarilla.
Los días previos, imagina quien escribe estas líneas, debieron estar cargados de un hermetismo híbrido entre los recuerdos imborrables y el deseo de que no llegue nunca el final. Para los “bosteros” tenerlo ahí con ellos era su refugio, era la esperanza humilde, esa fortuna sagrada del corazón que los ilusionaba con una vida hermosa. Lo cierto es que no solo era un partido que los tenía pendiente a los de la República de La Boca, sino que enfrente estaba el equipo de Núñez, que solo pensaba en arruinar la despedida del más grande, del que todo el mundo estaba pendiente desde su debut con la camiseta de Argentinos Juniors, el 20 de octubre de 1976.
Aquel 25 de octubre de 1997, el Pelusa capitaneó al Xeneize en el superclásico por el Torneo Apertura y logró los tres puntos tras el triunfo por 2-1. Por problemas físicos, solo disputó el primer tiempo, que había finalizado 1-0 para los locales gracias al gol de Sergio Berti. En su lugar, Veira hizo ingresar a su sucesor, nada más y nada menos que a Juan Román Riquelme. Dicen que en el vestuario, antes de que el equipo regrese para iniciar el segundo tiempo, El Diego miró fijo a Román, lo tomó de los hombros y le dijo “entrá, dale, ahora vos hacete cargo”.
En el complemento, Boca lo dio vuelta a través de los tantos Julio César Toresani y Martín Palermo, bajo una lluvia fuerte que solo detuvo su marcha cuando el nueve de Boca se elevó en las alturas y tapó a todos sus marcadores que no pudieron evitar su cabezazo letal. Tras la remontada, Diego ingresó a la cancha para festejar con sus compañeros y luego le dedicó gestos obscenos a los hinchas de River en una de las tribunas.
Ya en las duchas y frente a una marea de periodistas, Maradona, toalla sobre los hombros, chicaneó al eterno rival: "Boca jugó a lo Boca y River jugó a lo River. Ellos hicieron un gran primer tiempo, pero en el segundo se les cayó la bombacha”.
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