¿Y si la guerra contra el Chiqui Tapia se lleva puesto el sueño del Bicampeonato?

Opinión15 de diciembre de 2025Jorge Conalbi AnzorenaJorge Conalbi Anzorena
Maradona enfermera 1994
En 1994 Argentina quedó eliminada del Mundial tras el dopping positivo a Maradona. La sombra de otra mano negra acecha en 2026.

La ofensiva anticorrupción lanzada por el Gobierno de Javier Milei contra la cúpula de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), encabezada por Claudio “Chiqui” Tapia y su supuesto socio Pablo Toviggino, ha escalado hasta instancias internacionales, poniendo en riesgo la estabilidad dirigencial de la Selección en la antesala del próximo Mundial. La magnitud de las denuncias -que ya motivaron un espectacular allanamiento judicial- plantea un interrogante sombrío: ¿Podría esta "guerra sucia" del fútbol terminar frustrando el sueño del Bicampeonato Mundial para la Selección Argentina?

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aceleró este lunes la avanzada oficial al presentar una denuncia formal ante el Comité de Ética de la CONMEBOL para "investigar a fondo a esta mafia que conduce la AFA y ensucia al fútbol argentino", según expresó en redes sociales. El documento oficial acusa a Tapia y Toviggino de presuntas y graves violaciones al Código de Ética de la entidad sudamericana, abarcando principios clave como la integridad, el deber fiduciario, el conflicto de intereses, la transparencia y la prevención del lavado de activos.

La jugada oficial cobró impulso tras el allanamiento judicial realizado el viernes pasado en una mansión de 10 hectáreas en Pilar, que estaría vinculada al titular de la AFA. La diligencia, ordenada por el juez federal Daniel Rafecas en el marco de una investigación por presunto lavado de activos contra la empresa Sur Finanzas (propiedad de Toviggino y fuertemente ligada a Tapia), reveló un patrimonio deslumbrante.

En el predio de Villa Rosa –con un helipuerto incluido y registrado a nombre de la sociedad Real Central SA, cuyos titulares son investigados como posibles testaferros– los investigadores incautaron de una flota de 54 vehículos, incluyendo 45 autos de lujo o colección, 7 motocicletas de alta cilindrada y dos kartings.

La senadora Bullrich, citando este incremento patrimonial abrupto e incompatible, cuestionó públicamente:

“A las mansiones, Ferraris y toda esa plata sucia que venimos viendo en los noticieros, me pregunto: ¿Dónde está la plata que entra por la publicidad y por la Selección? ¿Por qué los premios a los campeones son más bajos que los vuelos de Tapia por el mundo? ¿Sur Finanzas manejando deudas de clubes a cambio de favores y votos?”

¿Un timing desacertado?
Independientemente de que Bullrich cabalgue sobre la mayoritaria desconfianza ciudadana hacia la figura de Claudio Tapia, surge la pregunta crucial sobre el tiempo político de esta ofensiva gubernamental.

Si bien la denuncia contra la corrupción es una bandera legítima, cabe considerar que el objetivo de lograr el Bicampeonato Mundial de la Selección Argentina es una esperanza profunda y mayoritaria en un pueblo que, inmerso en un severo ajuste y sufrimiento económico producto de las políticas de Javier Milei, suele encontrar en el fútbol la alegría y el escape anhelados.

La figura de Tapia no goza de mayor fervor popular, pero el equipo nacional y su gesta sí lo hacen. En su afán de aprovechar el impulso electoral de octubre y querer concretar su delirio anarcocapitalista, al acelerar la ofensiva y provocar el estallido de este escándalo internacional a pocos meses de la gran cita deportiva, el Gobierno corre el riesgo de ser percibido no como un cruzado contra la corrupción, sino como el factor desestabilizador que compromete la concentración y el ambiente del seleccionado.

La pregunta que flota en el ambiente es si el Gobierno no equivocó la estrategia. ¿Podría haber medido los tiempos para que el escándalo judicial y las consecuencias dirigenciales estallaran después de la competencia, resguardando el foco de la Selección en su objetivo deportivo? El costo político de frustrar el "milagro" del Bicampeonato por una crisis dirigencial en pleno auge podría ser incalculable y llevar a Milei a una crisis de la que ni siquiera Donald Trump podría sacarlo.

Mal haría la oposición política en apostar a este desastre deportivo. La pasión argentina por el fútbol sobrepasa esas pequeñeces. Cabe recordar cómo los secuestrados durante la última Dictadura Cívico Militar celebraban los goles de la Selección en los campos de concentración en los que estaban siendo torturados y desaparecidos.

El fantasma de la FIFA y el antecedente de 1994

El principal temor en el ámbito deportivo es la posible reacción de la FIFA, un organismo devenido en hipersensible a la corrupción y la injerencia gubernamental en las federaciones miembro.

Tras el FIFAgate de 2015, la entidad rectora del fútbol mundial adoptó una política de “tolerancia cero” y reforzó sus mecanismos de control. La irrupción de una investigación por presunto lavado de activos y fraude en la cúpula de una asociación campeona del mundo podría ser interpretada como un grave incumplimiento de los estándares de integridad y buena gobernanza que la FIFA exige a sus miembros.

La amenaza es clara: la FIFA podría intervenir la AFA, suspender a sus dirigentes o, en el peor de los escenarios, incluso suspender a la Selección Argentina de la competencia internacional si considera que existe una injerencia política o que la dirigencia actual no garantiza la integridad de la institución.

Este riesgo trae a la memoria el traumático antecedente del Mundial de 1994 -disputado en Estados Unidos, como el previsto para 2026- cuando la Selección Argentina y Diego Maradona, fueron separados del torneo por un doping positivo. En aquel momento, la falta de apelación por parte de Julio Grondona y la AFA alimentó la popular teoría de la "Mano Negra", una sensación generalizada de que hubo una conspiración externa para eliminar a un equipo deportivo que podía quedarse con el Mundial.

Hoy, el riesgo no es una pastilla, sino una denuncia federal con ramificaciones en CONMEBOL y FIFA. Y con las manos negras pasa como con las brujas: no existen... pero que las hay, las hay.
Y ni hablar si se las alimenta.

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