Alta Gracia: trepó como gato pardo, pero lo encandilaron las luces azules

El aviso de un vecino permitió capturar a un sospechoso de haber perpetrado un jugoso atraco nocturno. Ahora queda por descubrir si el detenido había contado con ayuda de un "soplón".

Policiales14 de diciembre de 2025 SN
Detenido Bº Cafferatta 20251214
Imagen alterada con Inteligencia Artificial.

(Alta Gracia; SN).- La noche era un manto espeso de calor acumulado durante el agobiante sábado que moría sobre el Barrio Caferatta. Cuando el reloj apenas había lamido el primer sorbo del nuevo día, la tranquilidad se hizo añicos, pero no por el estruendo de un disparo, sino por el agudo ojo de un vecino que no se traga la calma de fachada.

En la esquina de Ituzaingó y Reconquista, el escenario parecía sacado de un film noir mal iluminado. Un ciudadano, de esos que no duermen cuando la calle respira peligro, encendió la mecha. Informó a los patrulleros que un fantasma se estaba deslizando por los techos, un hombre joven, haciendo el sucio trabajo de un gato de tejado.

La policía, afilando la vista en la penumbra, se lanzó al asfalto. Pero esta vez, el aplauso no fue solo para la sirena. La colaboración vecinal, esa rara moneda de cambio en estos tiempos de puertas cerradas, fue la llave maestra. Los chismes, los gritos a media voz y las luces encendidas a destiempo guiaron a la ley hasta su presa.

El resultado: un hombre de 26 años, con cara de pocos amigos y las manos aún calientes de la faena, fue encajado contra la pared. El "Gato" del Caferatta había caído.

Pero la historia no termina con el sospechoso esposado. La policía desenterró un tesoro robado de su madriguera: dos computadoras, mudos testigos de una intrusión nocturna, y, lo que es más jugoso, una suma de dinero en efectivo que haría salivar al más pintado: cerca de seis mil quinientos dólares, fajados, listos para un imaginaro disfrute que nunca se llegó a comprar.

El botín, ahora recuperado, dormirá bajo custodia mientras el sospechoso, cuyo nombre aún se mantiene en las sombras, fue trasladado a la Jefatura. Allí, el calabozo será su única compañía hasta que el Magistrado Interviniente decida si esta medianoche de tejados será el comienzo de un largo y oscuro acto final.

El mensaje es claro: en Caferatta, hay ojos que no se cierran y tejados que se vuelven trampas. La noche se tragó al "Gato", pero la historia de los dólares y el soplón recién comienza.

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