Changas, trabajo y desempleo

EDICIÓN IMPRESA

Sociedad24 de septiembre de 2017 Diario Sumario
Fue un verdadero desatino comunicacional y político. "Juan armó esta parrilla en la puerta de su casa para los obreros de la zona. Así ellos almuerzan y él se gana una changa”, escribió en su cuenta de Twitter la Ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, en el marco de una visita en el conurbano bonaerense. "De qué me felicita usted. Me las rebusco con esto. El trabajo en serio para cuándo”, le retrucó en la cara Juan Aguirre, el parrillero aludido.
A los minutos de publicarlo, la Ministra debió borrar la publicación, pues estaba justificando el desempleo y alentando el trabajo informal.
Relevar, medir e informar el desempleo genera expectativas de diverso tipo. Los datos se consideran tanto como un indicador de la marcha de la economía como un termómetro del humor social.
Aquellas personas avezadas en rudimentos sobre la propia economía y/o lectoras medianamente informadas, darán por cierto que la Tasa de Desempleo se calcula como el número de individuos desocupados, dividido la Población Económicamente Activa (PEA). Y, esta última, se entiende es la población o bien en edad de trabajar que en el período de referencia o bien tienen una ocupación en la que producen bienes o servicios económicos (ocupados en un trabajo) o bien sin tenerla la buscan activamente (desocupados).
Precisamente, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) -dirigido por Jorge Todesca- lleva adelante en nuestro país la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que permite obtener, trimestralmente, información sobre las principales variables laborales de la población urbana.
Según esta encuesta, el trabajo es "la actividad laboral que deriva en la producción de bienes o servicios que tengan valor económico en el mercado”. Quienes trabajan, forman el universo de los ocupados. Mientras tanto, son desocupados los individuos que durante la semana anterior a que se realizara el relevamiento no trabajaron -con o sin sueldo- ni una sola hora y que, al mismo tiempo, vienen buscando un empleo activamente en el último mes.
Una de las observaciones, es que la EPH es una encuesta por muestreo. Esto significa que para conocer las diversas características del total de los hogares, se encuesta una pequeña fracción representativa de los mismos. En este caso, la muestra es representativa de la población que vive en los 31 aglomerados urbanos, que incluyen a las principales ciudades del país. Esto quiere decir que el dato de desocupación no refleja la situación de la población rural de Argentina.
También cabe aclarar que la Tasa de Desempleo sólo da cuenta de un aspecto de la vulnerabilidad laboral de la población. Existen otras situaciones que no son reflejadas por ese indicador: a) subocupación: personas que trabajan involuntariamente por debajo del número de horas considerado normal; b) Ocupados en puestos de trabajo por debajo de la remuneración vital mínima y b) desaliento: personas que no buscan trabajo (figuran como inactivas) porque evalúan que no hay posibilidades de conseguir empleo (quienes no están ocupados (u ocupadas) ni buscan trabajo, no suman al pelotón de desocupados o desocupadas).

Menos desocupados, también menos ocupados.
Las cifras de desempleo bajaron a 8,7 % durante el segundo semestre en nuestro país (seis décimas por debajo del 9,3 por ciento registrado en igual período de 2016). Esto indica, en principio, que hay menos desocupados. Con las definiciones precedentes, vale la pena enfocarse en esta información.
De acuerdo a las cifras informadas, 3.560.000 de trabajadores tienen problemas laborales, de los cuales 1.560.000 no tienen trabajo y 2 millones están subocupados —trabajan menos de 35 horas por semanas, pero están dispuestos a trabajar más—. Este grupo representa el 11% de la población económicamente activa, un 0,2% debajo del mismo periodo de 2016, pero un 1,1 por ciento más que en el primer trimestre.
La tasa de empleo, mientras tanto, se contrajo un 0,2%, ya que pasó del 41,7 por ciento al 41,5 en el segundo trimestre de 2017. La tasa de nivel de actividad —el número de individuos activos que tienen o buscan trabajo— se redujo aún más: un 0,6%, si se compara el 45,4% registrado en el trimestre frente al 46% del mismo período de 2016.
Los indicadores señalan una cuestión ineludible: hay menos desocupados porque menos personas buscan trabajo, vale decir, hay desaliento.
En cuanto al impacto del desempleo por regiones, la peor situación laboral se vive en el conurbano bonaerense, donde la desocupación fue de 10,9 por ciento, seguida por la región pampeana, con el 8,8 por ciento, donde se concentran otras grandes ciudades del país. En el Gran Córdoba señalan que la desocupación se ubicó en el 8,1% y la subocupación en un 15%. Cuyo y el Noreste tienen los registros más bajos con el 3,8 y 3,5%, respectivamente; tasa que casi se duplica en la Patagonia (6,5) y el Noroeste (6,9).
El Gran Rosario (10,8%) y el Gran La Plata (10,2%) tuvieron altos registros de desocupación al igual que el Conurbano, pero Mar del Plata continúa siendo la capital de desempleo con el 11,9%. En la Ciudad de Buenos Aires, la tasa se ubicó en el 7%, mientras que las mejores índices se observan en Resistencia y Viedma, donde el desempleo es del 1,6%, y en Paraná, donde es del 2,2%.

Satisfacción
El desaliento laboral, tal cual está señalado, podría deberse a que las buenas condiciones laborales no estimulan a buscar más ocupación. Veamos... Según un informe publicado por la compañía de recursos humanos Randstad, los argentinos muestran el nivel más bajo de satisfacción laboral. De acuerdo a los datos que se desprenden del Workmonitor, estudio que releva las expectativas y comportamiento de los trabajadores en 33 países, el 67% de los trabajadores argentinos se muestran insatisfechos con su actual trabajo. Al compararla con la de los demás países latinoamericanos, la Argentina se sitúa muy por debajo. Brasil exhibe un 75% de satisfacción laboral, mientras que México tiene un 85%.
El informe insiste en otro aspecto: la confianza de los argentinos en encontrar un nuevo trabajo también bajó con respecto al mismo trimestre del 2016. Durante el tercer trimestre de este año se ubicó en 66%, nueve puntos por debajo a nivel interanual.
La formación exigida para los nuevos puestos y la responsabilidad sobre la misma también aparece reflejada en el informe. Si bien el 55% de los argentinos encuestados afirmaron que son los empleados quienes pagan su capacitación, el 89% se mostró dispuesto a costear su propia formación. En cambio, cuando les hicieron la misma pregunta a sus colegas del resto del mundo solo el 67% se mostró predispuesto a pagar para capacitarse.
Con respecto a la importancia de formarse, el 90% de los encuestados a nivel mundial lo consideró esencial.

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