La impresión de la historia

Como testimonios históricos y resabios medievales, las más antiguas ciudades europeas atesoran arcos y portales de ingreso a las otrora amuralladas aldeas. Las antiguas puertas hoy son monumentos que se destacan en los añejos centros urbanos. El espíritu ornamental subsiste en América -como una herencia más de la vieja Europa- aunque en la gran mayoría de los casos, se trata de simples estructura que sostienen la cartelería que brinda la bienvenida al visitante. En localidades de la provincia de Cordoba se pueden observar estas construcciones, unas más elaboradas que otras. Sin embargo el “arco” del crucero de Alta Gracia es diferente. Tiempo atrás, una pasante de Turismo que trabajaba en el Reloj Público se sorprendió ante la cantidad de comentarios positivos que los turistas realizaban sobre el arco y el boulevard de la avenida del Libertador. Pero uno batió todas las marcas: “¡tuve la sensación que pasaba por debajo del arco del Triunfo!”, había exclamado un exagerado visitante. El hombre sostenía que se trataba de una entrada diferente y la medía con la de otras ciudades donde sólo se destaca el nombre de tal ciudad. Más allá de la desatinada comparación con el monumento parisino construido en 1805 por Napoleón Bonaparte, tras el triunfo en la batalla de Austerlitz, (para cumplir la promesa realizada a sus hombres, «Volveréis a casa bajo arcos triunfales»), la observación tiene el mérito de provocar a la curiosidad. La construcción que caracteriza a la ciudad fue realizada durante la intendencia de José Martínez (1953-1955), quien había asumido el cargo de Intendente en noviembre de 1953, para cumplir con el período de gobierno iniciado por Enrique Wamosi. Martínez continúo con el proyecto de urbanización que había comenzado a surgir lentamente años anteriores, como producto de las nuevas necesidades generadas por la generalización del turismo social: se mejoró el ingreso a Alta Gracia, y se hizo construir el “Arco” de entrada a la ciudad y un boulevard compuesto por árboles sobre la avenida Libertador General San Martin. Del arco construído en aquellos años no hay datos ni fotografía en las dependencias oficiales. Resulta muy difícil extraer detalles del tipo o estilo de construcción, apenas quedan las descripciones de algunos memoriosos que pueden comentar como era, y no son tantos. Comparándolo con el actual, el anterior era más sencillo, menos llamativo, en sus laterales se encontraba un muro simple sin ninguna ornamentación y sobre éstos -en la parte superior- un techo voladizo. Durante la Intendencia de Antonio Abraham (1966-1968), se le da un realce a todo el sector, ensanchando la avenida del Libertador General San Martín. La última remodelación que se le realiza a la entrada de la ciudad se lleva a cabo en la primera intendencia de Audino Vagni (1983-1991). “En esta remodelación se tuvo en cuenta el gran avance turístico que se había producido en la ciudad, por ello se deseaba dar una bienvenida diferente y un plus de urbanización, remodelando también el boulevard, donde la persona que ingresara fuera tomando contacto con la historia arquitectónica que caracteriza a la localidad”, explicó Peralta, arquitecta responsable de las tareas de rediseño. A la construcción anterior se la transformó con una arquitectura del estilo de la época de las antiguas Misiones Jesuíticas, siguiendo algunos de sus detalles más destacados (superficies onduladas, piedras, puntas decorativas, etc.). En la parte superior del arco se encuentra una cuasi replica de la figura que construída por los jesuitas sobre el área de entrada principal de la galería del Museo Nacional Estancia Jesuítica y en el frente de la Iglesia Nuestra Señora de la Merced, con las arcadas y las características puntas agudas (pinares) que adornan las construcciones jesuíticas. Los materiales que se utilizaron para la remodelación de la entrada fueron de la zona, como las piedras para revestir sus bases, que fueron extraídas de canteras locales.