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Una sola especie ha logrado sobrevivir en el ártico, el desierto, la selva, islas, montañas, sitios con temperaturas superiores a los 40 grados centígrados o varias decenas por debajo del cero. Lugares con lluvias permanentes o con una aridez desconcertante. La humanidad ha demostrado una capacidad de adaptación al entorno que parece tan impresionante como su conducta autodestructiva. No es desconocido para la mayoría de las personas que, muchas de las actividades humanas tienen consecuencias devastadoras en el ambiente y en las posibilidades concretas de supervivencia del planeta y las generaciones futuras. Sin embargo, pareciera que el espectáculo debe continuar.
En septiembre de 2013, la población altagraciense observaba azorada desde sus hogares el anillo rojo que bordeaba la ciudad en todo el cordón serrano de la zona oeste. “Fue el incendio de mayor violencia que nos tocó”, relató en ese momento a Sumario Noticias José Luis Colombatti, bombero de toda la vida y coordinador de Defensa Civil por entonces. En febrero de 2015, las inundaciones en la zona de las Sierras Chicas dejaron 8 muertos, 400 evacuados y 15 mil afectados según cifras oficiales. Dos años más tarde, las rutas que conducían de Alta Gracia a Córdoba quedaron completamente anegadas por la gran cantidad de agua caída durante el diluvio producido en la noche del 27 al 28 de marzo de 2017. Aquella madrugada, el predio de la planta de residuos peligrosos Taym, desbordó. Los desechos corrieron por la Ruta 36 y posteriormente, los peritajes confirmaron que la contaminación había llegado al agua del canal Los Molinos. Los incendios en la Provincia durante el año pasado, quemaron más de 300.000 hectáreas. La última semana, con los focos de Calamuchita y Paravachasca, se perdieron 4.500, según las mediciones realizadas por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
“El crecimiento urbano en las sierras cordobesas pone en riesgo la provisión de agua para millones de personas” asegura un estudio realizado por profesionales de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba y científicos del Conicet. “Tratamos de reflejar que el paisaje está modelado por el mercado y eso tiene consecuencias sociales, ambientales y económicas” explicó Fernando Barri, uno de los autores de la publicación y profesor de la cátedra Problemática Ambiental en la casa de altos estudios. “El desarrollo urbano de las sierras está impulsado por la creciente demanda de grupos de alto poder adquisitivo de acceso a zona vírgenes para habitarlas de manera exclusiva. Esto produce una serie de transformaciones, porque para urbanizar hay que impermeabilizar, generar servicios, y esos lugares terminan convirtiéndose en cemento: el paisaje natural se modifica radicalmente y hay menos superficie para la captación de agua” agregó Barri en una publicación difundida por UNCiencia.
Lo sustentado por este investigador no difiere de los planteos de numerosas organizaciones sociales y ambientales que reclaman contra distintos desarrollos urbanísticos en diferentes regiones de la provincia. No solamente los emprendimientos inmobiliarios han causado rechazo sino también propuestas de obras públicas, como las autovías en Punilla y Paravachasca. Si se observa el crecimiento de la mancha urbana de Alta Gracia entre 1984 y 2020, se puede ver claramente la expansión de las construcciones por sobre el monte. Los investigadores de la UNC y Conicet señalaron que las zonas de Paravachasca, Punilla y Sierras Chicas comenzaron a crecer como satélites de la capital provincial. “En base a la Ley de Bosques, el gobierno provincial debería proteger las zonas en categoría roja o amarilla. En los últimos años, sin embargo, fue aprobando loteos de barrios cerrados en porciones de bosque nativo resguardados bajo esas categorías”, apuntó Emiliana Martina, becaria postdoctoral del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad de la UNC y Conicet.
El estudio alerta principalmente sobre la posibilidad de que escasee el agua para gran cantidad de habitantes si no se toman medidas urgentes. Teniendo en cuenta que el agua proviene de las zonas serranas principalmente, la protección de las cuencas es esencial para conservar ese recurso indispensable. “Esto es posible siempre y cuando las cuencas se encuentren en buenas condiciones ambientales, es decir, con su cobertura de vegetación nativa, que genera una red de contención del suelo y permite a la vez la infiltración a niveles inferiores, donde el agua se acumula hasta saturarse, y cuyo excedente va a parar a los cursos de agua de manera directa, liberándose el resto del año en forma paulatina y subterránea” indicó Barri. Si el suelo no tiene la posibilidad de absorver, las precipitaciones ocasionan que las sierras actúen como un tobogán por donde se desliza el agua, que se dirige en grandes cantidades hacia los cauces: inundaciones a causa de crecientes descomunales o contaminación de las cuencas por el arrastre de residuos o cenizas. Problemas de los que Alta Gracia no ha estado exenta. En 2013, con los incendios en los alrededores del río Anisacate, la Cooperativa de Obras Sanitarias de Alta Gracia (COSAG), debió cerrar las compuertas para evitar que las reservas de agua que se debe potabilizar se contaminaran. A causa de ello, durante algunos días, hubo escasez de servicio en diferentes barrios de la localidad.
Córdoba ya perdió el 90 por ciento de sus bosques nativos originales. Las causas son numerosas. Deforestación, incendios y sobrepastoreo son las principales. "Si seguimos con esta tasa de deforestación, en 70 años nos quedaremos sin bosques" afirmó en marzo de este año el ministro de Ambiente Juan Cabandié.
El 1 de febrero de 2021, el Gobernador anunció al inaugurar la sesiones ordinarias de la Legislatura provincial que comenzarían los trabajos y expropiaciones a fin de construir la autovía que uniría Alta Gracia con Villas Ciudad de América. Inmediatamente, se escucharon las voces a favor y en contra del proyecto. La traza del camino fue una de las principales cuestiones que se discutieron. De hecho, el jefe comunal de La Rancherita pidió una modificación a la primera propuesta -presentada en diciembre de 2020- para que la arteria no atravesara terrenos categorizados como “Zona Roja” de acuerdo con la Ley de Bosques. “El proyecto me parece que a esta altura de los acontecimientos. Es una necesidad imperiosa. Creo, además, que una vez realizada la obra contribuirá al desarrollo de las localidades, ayudará a no perder tantas vidas humanas por tener una ruta que pasa por el medio de las localidades y que está totalmente colapsada. Hecha la autovía, el tránsito contaminará menos, ya que se evitará que un vehículo que sale del dique no esté en la carpeta asfáltica durante una hora para llegar a Villa La Bolsa a paso de hombre y liberando desechos de combustión, sino que recorrerá el mismo trayecto en 15 ó 20 minutos. Además, una persona en cualquiera de estas localidades, que necesita un traslado de emergencia por un código rojo, pone en riesgo su vida por la inviabilidad de poder llegar a tiempo a un centro de atención de salud por las demoras de tránsito de esta ruta colapsada” indicó Alejandro Sosa a Sumario en julio pasado.
La principal oposición a la autovía provino de la Asamblea Paravachasca. “Cuando todo esto empezó, nosotros mostramos que el trazado pasaba por la Reserva Natural de La Rancherita y afectaba la conservación del monte nativo. Posteriormente, el proyecto fue modificado, y el trazado se cambió, lo que demuestra que el original si afectaba zona de conservación, por lo tanto si teníamos fundamentos para discutir ese punto”, remarcó Diego Aranda, miembro de la Asamblea Paravachasca. Luego de la modificación del trazado, la oposición estuvo centrada en el hecho de que la nueva ruta no había sido discutida en la Unicameral y en la prioridad o no que significa la autovía para la región.
El trabajo publicado por el grupo de investigación de la UNC y el Conicet identifica tres grandes causales en la degradación de las cuencas y la reducción de los estratos hídricos, con su consiguiente escasez del agua para comunidades enteras. El primero es la modificación estructural de la geomorfología de la cuenca, por el impacto de actividades antrópicas (deforestación, sobrepastoreo, incendios, movimiento de suelos, urbanizaciones, contaminación). El segundo es el uso indebido del agua (riego de canchas de golf, piscinas, lagunas artificiales). Y el tercero, el aprovechamiento del recurso con fines mercantiles a una escala insostenible (en el agro, la minería, las industrias, la expansión urbana, entre otros).
“Actualmente, la pérdida de capacidad de recarga y almacenamiento de agua por parte de las cuencas cordobesas –sumada a la contaminación que sufren sus principales embalses– llevó al gobierno de la provincia a licitar e iniciar obras para traer el agua desde el Paraná, a más de 350 km de distancia y en contra de la pendiente” indicó Joaquín Ulises Deon, doctorando en Estudios Urbano-Regionales y en Estudios Sociales Agrarios, en la UNC.
“Habitar no es lo mismo en la actualidad que en tiempos de la revolución industrial, cuando se pensaba que no había nada en el territorio natural. Hoy, el paradigma es otro y tiene que ver con respetar la naturaleza, tender redes comunitarias”, señaló Martina.
El crecimiento de la población es innegable, la necesidad de vivienda para los habitantes también. Sin embargo, las advertencias de la naturaleza también han sido pronunciadas. En los últimos incendios, se perdieron casi 80 viviendas. Afortunadamente, no hubo víctimas fatales. Es tiempo de pensar que solamente con un desarrollo urbanístico proyectado de manera integral y que considere las distintas aristas se podrá evitar que el agua para hoy... sea sed para mañana.
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