A tiro de debate

Editoriales03 de noviembre de 2015 Diario Sumario
La expectativa ciudadana en torno a las elecciones del próximo 22 de noviembre están centradas en el debate del domingo 15. Se trata de una situación inédita en la Argentina -con demasiados antecedentes de frustraciones- en la que de antemano se puede asegurar que alcanzará niveles de audiencia superiores a los de los más atrayentes espectáculos deportivos. Se llega a esta instancia en medio de una movilización popular sin precedentes frente a una elección. De un lado, cientos de miles de personas en todo el país han ganado espacios públicos con volantes caseros y recorren casa por casa peleando voto a voto con la declarada intención de –antes que apoyar al oficialismo- cerrarle a la derecha la posibilidad de llegar al gobierno. Del otro, la estrategia opositora se centró en las cadenas de medios del capital concentrado, que se esfuerzan en dar por definida la elección y tratan al candidato opositor como si ya fuera Presidente electo. Sin embargo, cabe preguntarse qué puede cambiar el debate del 15N. ¿Alterará su decisión quien ya definió su voto? Probablemente no. De allí que los esfuerzos de los candidatos apuntarán a un porcentaje de indecisos que, a menos de 10 días de la elección, aún podría inclinar el resultado hacia uno u otro contendiente. Estrategias Daniel Scioli centrará sus esfuerzos en ratificar lo que ha sido durante todos estos años: el diferente dentro del kirchnerismo, para apropiarse de la idea de "cambio” instalada desde las usinas opositoras Así lo trasmite su campaña con vistas al balotaje al proponer "el cambio sin riesgos”. El bonaerense intentará traer al frente las propuestas de los economistas del PRO que Cambiemos intenta ocultar tras consignas marketineras como "la revolución de la alegría”, "el deseo de cambio” o el "los argentinos queremos estar mejor” sin explicar cómo lo haría. El vencedor del 25 de octubre pasado tratará seguramente que en algún momento su oponente admita la intención de devaluar, abrir las importaciones y reducir "el gasto público” ¿Intentará Scioli forzar a su adversario a revelar su eventual gabinete, lo que desnudaría la dirección de su administración en caso de triunfar? Por su parte, Mauricio Macri se montará sobre la ola triunfalista e intentará evitar definiciones tajantes. Planteará mantener algunas de las políticas sociales impulsadas por el kirchnerismo. El porteño se defenderá de las acusaciones al neoliberalismo pegando al propio Scioli con las políticas de los ´90 y buscará que su imagen se asocie con más fuerza a la del kirchnerismo duro. Hasta acá, lo previsible. ¿Tendrán los contendientes ases guardados en sus mangas? Número a número Convertidas en herramientas de campaña, las encuestas quedaron en el centro de la escena. Llama la atención que -después de haber fallado los pronósticos de la gran mayoría de los sondeos en la mayoría de las elecciones realizadas en todo el país- conserven su poder de atracción y sigan cautivando a periodistas y comunicadores, además de a la propia dirigencia política. Un dato sorprende a los profesionales de la estadística: la cantidad de argentinos que miente en las encuestas es suficiente como para superar los márgenes de error de las mismas. Más de un sociólogo atribuye el fenómeno al deseo de no quedar expuesto con posturas contrarias "a la ola general”. Este concepto, por estas horas, alienta las expectativas del sciolismo. Quizá cubriéndose, Poliarquía le otorgó una amplia ventaja a Macri, aunque aclarando que "de ningún modo la elección está definida”. Por su parte, Hugo Aime& Asociados reveló que "la brecha se achica y Scioli reduce ventajas” alcanzando los márgenes de error muestral. Un universo importante de indecisos cambia los pronósticos. Casi todos, dicen que el escenario post debate será otro. En la misma línea, más allá de las aciertos o errores de los contendientes, la forma en que será comunicado el resultado del debate tendrá un peso indiscutible. Otra vez, las cadenas de medios del capital concentrado pisarán con fuerza el campo de juego, a una semana de la hora de la verdad.
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