El FMI no cree en la fantasía libertaria y Trump juega a las escondidas

El acuerdo con el FMI por USD 20 mil millones se complica: falta de consenso, críticas internas y presiones de EE.UU. condicionan el respaldo.

Opinión05 de abril de 2025 Por Víctor Hugues
Milei, Natalia de Negri, Mar a Lago 20250403
Fiasco: Milei no logró ver a Trump en Mar a Lago, pero se trajo una foto con Natalia Denegri y Kristi Noem,una funcionaria menor de la administración de EE.UU.

El acuerdo entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un nuevo préstamo de 20 mil millones de dólares quedó empantanado tras una reunión informal del directorio realizada en Washington. La falta de consenso fue revelada por la agencia Bloomberg, que calificó el encuentro como “áspero” y confirmó que “no hubo acuerdo”, según una fuente con acceso directo a las negociaciones.

El principal foco de disenso fue el monto solicitado por el gobierno argentino, que pretende un diseño inicial superior al 40%. Esta pretensión, justificada por el ministro de Economía, Luis Caputo, en base a los ajustes fiscales ya implementados, encontró reparaciones incluso entre los aliados del país en el organismo. Pese a que la titular del FMI, Kristalina Georgieva, realizó el pedido como “razonable”, no logró despejar la oposición de varios miembros de la clave del directorio.

Uno de los votos negativos provino del director en representación de España, alineado con el gobierno del presidente Pedro Sánchez. A él se sumaron las objeciones de China, Brasil y Holanda, países que expresaron dudas sobre la sostenibilidad del nuevo paquete financiero. Argentina, el mayor deudor del Fondo y con un historial de incumplimientos, enfrenta un creciente escepticismo dentro del organismo.

Las tensiones con estos países no se explican solo en términos económicos. Las relaciones diplomáticas del presidente Javier Milei, marcadas por enfrentamientos con el gobierno español y una postura ideológica confrontativa con China, alimentan un clima de desconfianza. En el caso del gigante asiático, el incumplimiento de compromisos asumidos tras la renovación del swap de monedas, como la reactivación de proyectos de infraestructura, agravó el distanciamiento.

En este contexto, la posición de Estados Unidos, habitualmente clave en el FMI, añade un nivel de complejidad mayor. El enviado especial de Donald Trump para América Latina, Mauricio Claver-Carone, expresó que el respaldo de Washington no será incondicional. El mensaje fue directo: si Argentina quiere el apoyo estadounidense en el Fondo, debe comenzar a desvincularse financieramente de China. En particular, se exige que el gobierno argentino no renueve los tramos del swap por 17 mil millones de dólares que vencen en 2026.

El condicionamiento de la Casa Blanca ocurre en un momento de incertidumbre institucional dentro del propio FMI. Desde su regreso a la presidencia, Trump mantiene vacantes los puestos de dirección en el organismo, lo que ha generado un vacío de liderazgo. Una fuente técnica del FMI afirmó que “nada funciona sin ordenador y en este momento no hay un ordenador en ningún lado”.

En paralelo, Estados Unidos evalúa su permanencia en el FMI y el Banco Mundial. Una orden ejecutiva firmada por Trump en febrero exige un análisis sobre la conveniencia de continuar en organismos multilaterales. La Fundación Heritage, referente del pensamiento conservador estadounidense, recomienda directamente la salida de ambas instituciones, a las que califican de “hostiles” a los intereses nacionales.

Este debate también se trasladó al Congreso. Un informe del Servicio de Investigaciones del Legislativo confirmó que el 16,49% de los votos que posee Estados Unidos en el FMI le otorgan poder de veto sobre decisiones clave, una herramienta estratégica que Washington podría usar para condicionar los desembolsos al país sudamericano.

A todo esto se suma un gesto simbólico pero elocuente. Milei y Caputo viajaron a Mar-a-Lago en busca de una foto con Trump que señalara respaldo político. No hubo encuentro, ni imagen, ni declaración conjunta. La ausencia fue interpretada como una señal de enfriamiento, en medio de una disputa mayor por la dirección geopolítica de Argentina.

El gobierno enfrenta así un dilema de difícil resolución. Por un lado, necesita con urgencia el apoyo financiero del FMI para estabilizar la economía y contener la presión cambiaria. Por otro, debe maniobrar entre las exigencias de Washington y la dependencia estructural del swap con China, que hoy representa una parte crítica de las reservas del Banco Central.

El pedido argentino sigue sobre la mesa, pero su aprobación está lejos de garantizarse. Las resistencias internas en el Fondo, la fragilidad institucional del organismo y el condicionamiento geopolítico de Estados Unidos conforman un panorama incierto. En medio de esta pulsada global, Argentina vuelve a ocupar un lugar central en la escena internacional, con un margen de maniobra cada vez más estrecho.

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