La noche en que volaron muebles: furia y candados rotos en La Juanita

Bajo la luz fría de las balizas, el derecho de propiedad se volvió delito. Vidas arrojadas a la vereda en una jornada de furia ciega.

Policiales19 de diciembre de 2025Víctor HughesVíctor Hughes
Malagueño propietarias detenidas 20251219 IA
Imagen ilustrativa generada con Inteligencia Artificial.

(Malagueño; SN) .- La noche en Malagueño no suele pedir permiso para ponerse espesa. A las 20:25, cuando las sombras ya se habían estirado definitivamente sobre la calle Las Violetas, el silencio del barrio La Juanita se astilló. No fue un disparo, sino el sonido metálico de un candado cediedo a la fuerza y el golpe seco de la madera contra el asfalto.

Una mujer de 53 años llegó a su hogar -o lo que ella creía que aún era su refugio- para encontrarse con una escena digna de una pesadilla suburbana. La puerta, violentada, era la boca de un volcán que escupía su vida hacia la vereda. Sus pertenencias, acumuladas con el esfuerzo de los años, volaban por el aire ante la mirada atónita de los vecinos.

Dueñas del caos
Al llegar el patrullero, el panorama quedó claro bajo las luces azules de las balizas. No se trataba de un robo convencional. Las manos que arrojaban la ropa y los muebles a la calle no eran de extraños, sino de las propietarias del inmueble: dos mujeres de 46 y 50 años que habían decidido tomar la justicia -y el contrato de alquiler- por su cuenta.

La ley, sin embargo, tiene otros formularios. A pesar de los títulos de propiedad, el código es frío: nadie puede arrancar a una inquilina de su techo rompiendo cerrojos y lanzando sus mundos a la vía pública en medio de la oscuridad.

Malagueño propietarias detenidas 20251219

"Encontramos el candado dañado y a las dos mujeres en plena descarga de furia", confiaron fuentes cercanas al operativo. "La propiedad no da derecho a la perturbación del orden ni al daño".


El peso de la ley
La intervención policial fue corta y sin margen para el debate. Las dos propietarias pasaron de dueñas a aprehendidas en cuestión de minutos. El uniforme no entiende de disputas inmobiliarias cuando hay daños de por medio. Ambas fueron trasladadas a la dependencia policial, donde el papeleo comenzó a registrar una noche que terminó entre rejas y declaraciones judiciales.

Desde la comisaría local fueron tajantes: el operativo es un mensaje de protección a los derechos de los inquilinos y un recordatorio de que el orden público no se negocia, ni siquiera entre cuatro paredes propias.

Hoy, en la calle Las Violetas, solo queda el eco de los muebles golpeando el suelo. La justicia ahora deberá decidir quién tiene la llave de la verdad en este drama de ladrillos y rencores.

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